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La triste historia del presidente que de todo se quejaba
07:51 domingo 16 mayo, 2021
La MatatenaBien dicen que las excusas del incapaz buscan su cauce en la queja, la repartición de culpas, la negación a los señalamientos y la incesante paranoia de que se es objeto en este mundo de la acusación y el linchamiento injustificado, jugando un papel de víctima. Esta es la triste historia del hombre que diariamente y a iniciativa propia organiza exposiciones temáticas en el patio central del Palacio Nacional. Con la prensa que le es conveniente, las preguntas cómodas, los argumentos poco claros y el eterno discurso a la defensiva (y ofensiva) que solamente exponen su personalidad intolerante a todo lo que se sale mínimamente de sus límites ideológicos. El presidente López Obrador esta semana hizo gala de su ineficiencia como mandatario, pero aún más de su insensibilidad como ser humano. Vámonos por partes, el 10 de mayo el líder de la Cuarta Transformación nos regaló la bonita sorpresa de que no había mañanera, porque tenía preparado un festival por el Día de las Madres…Y ahí estaba Eugenia León, cantando a todo lo que da ante la mirada de admiración del presidente, mientras que a las puertas del palacio las madres de personas desaparecidas exigían ayuda para encontrar a sus hijos. Sin una mesa de dialogo que las recibiera o sin que se les brindara la más mínima atención, como si esas mujeres no fueran seres vivos, al más puro estilo de quien barre el polvo bajo una alfombra para que no lo vean, así trató el Gobierno Federal a este grupo de mujeres. Otro día, el presidente pues confesó que sí está metiendo las manos en el proceso electoral, también dio un torpe discurso sobre el asesinato del candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Cajeme en el estado de Sonora, y otras tantas y tantas más. El punto aquí es que, como dijéramos popularmente “se pone de pechito” con sus decisiones como presidente, con sus declaraciones, y con la defensa a lo indefendible… Y entonces ante los cuestionamientos de líderes sociales, de opinión, de los medios de comunicación y de la ciudadanía, pues el hombre dice sentirse muy atacado injustamente porque todo lo que el quiere es “cuidar de México”; y a este argumento le sigue todo un rosario de quejas sobre lo complicado que le resulta ser el presidente de un país, en donde dicho sea de paso ya tiene enemigos imaginarios. Bueno, hasta de su mañanera se queja cuando no tiene de que hablar; y es que la diaria e innecesaria exposición mediática que tiene en sus conferencias de prensa claramente ya creó un desgaste en su imagen pública y peor, de su gobierno.
Ciertamente ya de todo y todos se queja. No hay un día en el que no declare que se siente atacado o que salga de pleito con un gremio; seamos sinceros, a Andrés Manuel ya le cuesta trabajo ser el presidente. ¿No hasta inició todo un movimiento hoy convertido en partido político para llegar a la silla grande?, ¿no hizo giras en todo México en calidad de “presidente legítimo” con la que buscaba apoyos y tejía redes sociales para encaminar su proyecto?... ¿Pues no que ser el mandatario mexicano era lo que más quería en su futuro político?... ¿Han visto esos programas de supervivencia en donde los participantes se la pasan quejándose del clima, la falta de comida, las condiciones para refugiarse y lo que ello implica a su salud y animo? Bueno, esos integrantes ELIGIERON querer formar parte de ello, hicieron casting y de entre cientos lucharon por estar allí. Es decir, López Obrador no llegó accidentalmente al Palacio Nacional. Él quería ser el presidente. Y que constantemente haga saber (y corrobore con su actuar) que se siente rebasado por el cargo, y que además de eso lo veamos en la eterna queja la verdad preocupa. Alguien avísele que al ser el primer mandatario ciertamente no es culpable de todo lo que sucede en el país, pero sí el responsable de resolver y atender los acontecimientos. Lo complicado es que, además, le tengamos que estar explicando sus funciones. Al estar en la mitad de su gobierno, es necesario que AMLO encauce su estrategia a menos la que implica el manejo de su imagen y de la comunicación social de su gobierno; porque de no ser así, la brecha entre su discurso sin pies ni cabeza y la ciudadanía terminará por colocarlo cada vez con mayor opacidad y falta de empatía. Ya lo dicen por ahí: si no te gusta el fuego no te metas a la cocina. La ropa sucia se lava en casa y le vamos a sumar: “la queja no se expresa en cadena nacional”. Hasta la próxima.