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Nuestro mundo actual tiene un ambiente poco favorable para nuestros cerebros. La actualidad nos demuestra día con día que nuestra capacidad de pensar, enfocarnos, aprender y ser completamente humanos se está viendo reducida por el infinito flujo de información que recibimos en un mundo con tiempo finito y expectativas irreales
02:06 jueves 16 julio, 2020
ColaboradoresNuestro mundo actual tiene un ambiente poco favorable para nuestros cerebros. La actualidad nos demuestra día con día que nuestra capacidad de pensar, enfocarnos, aprender y ser completamente humanos se está viendo reducida por el infinito flujo de información que recibimos en un mundo con tiempo finito y expectativas irreales.
La contingencia le ha generado a las universidades una dependencia total hacia el internet, la comunicación no presencial y las tecnologías de la información casi de un día para otro. Los profesores tuvieron que poner a prueba sus habilidades con la computadora y los alumnos su capacidad de centrar su atención en una sola actividad.
El gran problema con los jóvenes ha sido la distracción digital en la que están constantemente inmersos. La fugaz necesidad del placer que genera la dopamina digital ha ido remplazando la capacidad de mantener la atención necesaria para tener un aprendizaje profundo o una concentración total durante un largo periodo de trabajo. El exceso de notificaciones recibidas en los teléfonos está generando un aumento en la ansiedad, falta de sueño y el hartazgo general. Hay personas que revisan sus pantallas más de 500 veces por día.
Con las universidades, los problemas están siendo el poder rediseñar sus ofertas educativas para que sean lo más atractivas posibles. Algunas universidades en Estados Unidos como Stanford buscarán que su año escolar se extienda para tener un menor número de estudiantes en sus salones de clases al mismo tiempo; Harvard proyecta pérdidas por al menos 500 millones de dólares con su modelo de enseñanza actual; algunos docentes fueron sustituidos pues su manera de transmitir la información fue poco atractiva detrás de una pantalla.
Si el virus se mantiene, ¿será mejor que las universidades inviertan totalmente en clases en línea, materiales pregrabados e infraestructura para reunir a la mayor cantidad de alumnos desde sus casas en una misma sesión? ¿Podrán estos tiempos ser el último empujón para que el desarrollo de habilidades sociales sea principalmente detrás de una pantalla? ¿Tendremos la oportunidad de ofrecer más educación de calidad para un mayor número de personas?
El otro reto de las universidades será el lograr que el uso total de tecnología impulse la capacidad de deducir y razonar de sus estudiantes por encima de la gran cantidad de opiniones con las que se encuentran en redes sociales.