Mantener la tasa cero del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en alimentos y medicinas costará 253,000 millones de pesos en el último año del sexenio, según datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Esta cifra implicará una tercera parte de la pérdida recaudatoria total por sostener la promesa de no hacer cambios al sistema tributario mexicano. Generalizar el impuesto, en el contexto en que diversos especialistas afirman que la mejor forma de hacer frente a la reforma fiscal de Estados Unidos es reducir los impuestos al ingreso y aumentar los del consumo, generaría dos efectos en México: uno sobre la equidad y otro sobre la vulnerabilidad. El primer efecto implicaría hacer un sistema fiscal más progresivo en términos absolutos, puesto que la tasa cero beneficia en mayor medida a la población con los ingresos más altos. La Secretaría de Hacienda detalla en el Presupuesto de Gastos Fiscales que, mientras el 20% de los hogares más pobres del país recibe el 10.6% del apoyo en alimentos y medicinas, a 20% de los hogares más ricos se le otorga 28.8% del total. El segundo efecto de generalizar el IVA representaría una afectación a los hogares más vulnerables. La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, que elabora el Inegi, muestra que 20% de los hogares más pobres ejerce 51.6% de su gasto en alimentos y medicinas, mientras que el 20% más rico lo hace en una proporción de 28.3 por ciento. Para corregir este segundo efecto, que se conoce como regresividad relativa, diversos expertos y organismos, entre los que se encuentra el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), han recomendado que, si en el país se decide generalizar el IVA, es necesario implementar mecanismos de compensación a los hogares más pobres. Con esto, argumentan que se lograría la progresividad del IVA por las dos vías, tanto de manera absoluta como relativa. --

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