Hubo un tiempo no muy lejano en el que el teléfono fijo sonaba varias veces en casa cuando había un cumpleaños. Sin ninguna alerta tecnológica, bien tirando de agenda o de memoria, amigos y familiares llamaban para desear un feliz día. Las redes sociales han disparado el número de felicitaciones que recibimos, pero son diferentes: breves y, en muchas ocasiones, impersonales. En la fecha que hayas marcado como tu día de nacimiento en Facebook, tus contactos reciben una notificación que les insta a felicitarte. Si la ignoran, al día siguiente recibirán un recordatorio, aunque sea tarde. En Verne ya hemos hablado de las similitudes de las redes sociales con los pueblos. Los cumpleaños de Facebook podrían ser el equivalente al pregonero: “¡Se haaace sabeer que es mi cumpleaaaaños! ¡Felicitadme!”. Las notificaciones de cumpleaños –y, en WhatsApp, el amigo que avisa al resto en un grupo– han hecho que cambie el valor y la percepción de las felicitaciones. Lo que antes era un detalle (“se han acordado”) se ha convertido en una obligación (“no me ha felicitado a pesar de que Facebook se lo ha recordado”). Las personas que antes de la era Facebook eran muy detallistas con los cumpleaños, han perdido su “superpoder”. Así lo contaba el periodista Dave Pell en un artículo de Forbes titulado Facebook ha arruinado los cumpleaños: Solían ser el único escenario social en el que sobresalía. Cada vez que alguien mencionaba el suyo, lo introducía inmediatamente en mi calendario, y nunca perdía la ocasión de felicitarlos. Cuando se trataba de un cumpleaños, yo era El Hombre. Había tres cosas con las que cosas que cualquier amigo mío podía contar cuando llegaba su cumple: pastel, velas y una llamada mía. Pero ahora todo el mundo sabe cuándo es tu cumpleaños. La recolecta de felicitaciones se ha multiplicado gracias a las redes sociales, aunque es un espejismo: dos redactores de Verne (Emilio Sánchez, con cumpleaños el 23 de agosto y con 561 amigos en Facebook; y Pablo Cantó, con cumpleaños el 11 de septiembre y 747 amigos en Facebook) han probado a pasar sus cumpleaños eliminando previamente la notificación de felicitaciones. La diferencia respecto al año anterior es abismal: En resumen. Cuando desactivas el cumpleaños de Facebook pasas de tener un muro así: Además, pueden darse situaciones curiosas como que acabe felicitándote el mismo número de personas por LinkedIn que por Facebook. En el caso de Pablo, dos. Antes comentábamos que las felicitaciones de Facebook han neutralizado a las personas con el “superpoder” de acordarse de los cumpleaños. Ha surgido, sin embargo, otro perfil nuevo: los que fingen tener este superpoder. En vez de quitar su cumpleaños de Facebook (te explicamos cómo se hace en la parte inferior del artículo), Pablo Cantó lo cambió de día: lo atrasó del 11 de septiembre al 13 de septiembre. Ese día lo felicitaron 25 personas por Facebook, y lo que es peor: tres amigos lo felicitaron por WhatsApp fingiendo haberse acordado. ¿Quién deja de felicitarte si desactivas las notificaciones de Facebook? Una vez terminado el "experimento", repasamos qué personas nos habían felicitado en años anteriores y habían dejado de hacerlo al desactivar las notificaciones de Facebook. No eran "desconocidos", sino amigos cercanos o personas con cierto contacto más allá de las redes sociales. Y no son menos amigos por haberse olvidado de felicitarnos: igual que confiamos en la agenda del teléfono para recordar números que antes memorizábamos, redes como Facebook sirven para recordarnos cumpleaños. Las felicitaciones de Facebook pueden resultar más frías e impersonales que las telefónicas, pero cumplen una función en la red social: interactuar con gente con la que no lo hacemos nunca. Según un estudio del Instituto Max Planck (premio Príncipe de Asturias en 2013) de Sistemas de Software, el 39% de las primeras interacciones con contactos de Facebook son felicitaciones de cumpleaños. De no ser por ellas, hay contactos con los que no interactuaríamos nunca. -- Verne