Una de las principales preocupaciones este 2018, para el sector asegurador, es la creciente inflación médica que se da a partir del aumento de diversos costos, tales como honorarios médicos, costos hospitalarios, tratamientos clínicos, tecnología, entre otros. Esto como consecuencia que las pólizas de seguros se empiecen a ajustar e incrementen su precio, para poder cubrir cada uno de estos conceptos que impactan directamente en la primas. Además, en México existe una baja cultura a la hora de hablar de seguros. La base de razonamiento para adquirir un producto de este tipo parte de la idea de que son “caros, innecesarios y rara vez se ocupan”. Es normal que el sector se encuentre con incertidumbre e intranquilidad, por el incremento en las primas. Sin duda, esta situación afecta tanto a la salud pública como a los sistemas de salud privados, ya que puede ocasionar que los seguros sean un producto de difícil acceso para las personas con bajos recursos, o para aquellas que ya contaban con alguna cobertura y debido al aumento de su póliza, decidan dejar de invertir en algo tan trascendental como lo es un seguro de gastos médicos. ¿Y las empresas? Esta inflación impacta a los asegurados en su póliza individual, pero ¿qué pasa con las compañías que aportan parte de su presupuesto, para ofrecer beneficios de salud a sus empleados? Dado que los esquemas de gastos médicos están basados en hospitales privados, si la corporación tiene una desviación por siniestralidad, es decir, un mal año en el número de reclamaciones, aunado al factor inflación, sin duda el costo para las organizaciones sufrirá un incremento considerable. Es de suma importancia que las firmas empiecen a realizar esfuerzos por inculcar en sus colaboradores una cultura financiera para el uso racional de este tipo de productos; el incremento anual en el costo de la cobertura de gastos médicos mayores, puede derivar en que las empresas dejen de brindar este tipo de beneficios. Mantener un programa con las mismas condiciones y el mismo alcance todos los años puede ser un escenario de alto costo, por ello es necesario revisar y rediseñarlo para hacerlo sostenible. Las condiciones de cobertura que eran adecuadas hace dos años, hoy ya se quedaron obsoletas. De acuerdo al Informe Global de Tendencias Médicas 2018, publicado por Mercer Marsh Beneficios, en Latinoamérica, la tasa de inflación médica (12.7%) duplicó en 2017 la inflación general media (5.9%). Para 2018, la proyección de las aseguradoras es similar: un 11.5%, frente a una inflación general del 4.7%, destacando países como Brasil, donde la inflación médica es 6 veces superior a la general del país, o Perú, donde se multiplica por 4. En el caso de México la inflación médica es 3 veces superior a la global. ¿Qué se puede hacer? Una de las recomendaciones que podemos dar a las firmas es hacer una revisión, y trabajar en el rediseño de la cobertura hasta llegar incluso a los productos Flex. Al rediseñar la cobertura permite una mayor participación de los empleados en el siniestro, por ejemplo, a través del pago del deducible y coaseguro, o en el caso de un producto Flex la participación del colaborador en el pago de la prima. De esta manera, comenzará a ser más consciente al usar, de manera más inteligente, su seguro de gastos médicos. Otras sugerencias pueden consistir en: Aportar en las primas Subir deducibles Modificar coaseguros Limitar algunas coberturas Poner periodos de espera La tendencia en el mercado nos dicta que las organizaciones están más interesadas en una consultoría que les brinde análisis, propuestas y soluciones, así como los apoye en la toma de decisiones para mantener la competitividad en las prestaciones para su personal, y se incremente el compromiso de ellos hacia la empresa. -- EXCÉLSIOR