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Hace 10 años, la amenaza de pandemia en México obligó a cerrar cines, teatros y tv en vivo. Los sobrevivientes narran la historia
11:42 sábado 27 abril, 2019
EspectáculosComo si se tratara de una secuencia de una película apocalíptica, la Ciudad de México vivió del 23 abril al 9 mayo de 2009 un momento de incertidumbre y temor, cuando el virus de influenza H1N1 confinó a los habitantes a sus casas y en consecuencia los teatros, cines, salas de conciertos y hasta los estudios de televisión tuvieron que cesar actividades. El 19 de abril Televisa estrenaba su programa Hazme reír y serás millonario. El productor Rubén Galindo recuerda que cuando preparaban la segunda emisión, la noche del 23 de abril se decretó la alerta sanitaria. “Tuvimos que cancelar el acceso al público y lo que se nos ocurrió, como era un programa de comedia y para que no se sintiera tan vacío el espacio, fue de plano mandar imprimir unas figuras de cartón con caritas sonrientes, y así no arriesgar al talento ni al público. El ambiente de trabajo era muy tenso y en medio de esa crisis nacional nosotros estábamos tratando de hacer reír a la gente”. Pero no fue la única medida que se tomó en esta televisora. Durante seis días (del 1 al 6 de mayo) se detuvieron las grabaciones de las telenovelas Atrévete a soñar, Un gancho al corazón, Mañana es para siempre, Alma de hierro y En el nombre del amor. Tanto en Televisa como en Azteca se decidió que se suspenderían las escenas de besos. En Canal 22 prepararon una programación con documentales y programas para niños. La actividad teatral también se vio golpeada ya que debido a las medidas de protección que pedía la Secretaría de Salud (dos butacas de separación por cada persona) era imposible cubrir los gastos por función. El primero en detener temporada fue Guillermo Wiechers: el 24 de abril anunció que ese fin de semana no habría funciones de su obra Cuatro estaciones. El 25 hizo lo propio el Instituto Nacional de Bellas Artes y Teatro UNAM, el 28 de abril le siguió Ocesa Teatro y el resto de las producciones en cartelera. “Recuerdo que en aquel momento estábamos asustados, sin entender bien a bien qué es lo que estaba pasando, yo fui muy combativo porque las ideas que estaba tomando el gobierno me parecían absurdas”, dice Morris Gilbert, productor de Ocesa. “Cerramos como dos semanas, si mal no recuerdo. A todas las producciones nos fue del carajo, parar las producciones cuesta mucho dinero, se descarrila todo; claro que hubo pérdidas. Nos llevó tiempo regresar a la normalidad”, dice Gilbert, que presentaba 11 obras. El domingo 26 de abril, los cines de la Ciudad de México, Estado de México y San Luis Potosí bajaron la cortina. Con ello, títulos nacionales y extranjeros que estaban en cartelera, como el remake de El libro de piedra jamás se recuperaron. “Lo que decía Corazón Films (la distribuidora) es que esperaban cierta cantidad (de taquilla) el primer fin de semana pero fue tres veces más”, recuerda el director Julio César Estrada. “Pero al día siguiente, cerraron los cines. Cuando se reabrieron todavía le dio una semana batalla a Wolverine, pero ya no fue lo mismo” La influenza también lastimó a Depositarios, cinta de ciencia ficción, que estaba en rodaje. La producción ocuparía como locación la Biblioteca Vasconcelos, pero esta había sido cerrada y el filme se detuvo. Ese año, de acuerdo con cifras de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, se vendieron 179.8 millones de boletos, casi 3 millones menos en relación con 2008. El mundo de la música también sufrió, ya que no se podían hacer eventos masivos, ocasionando la cancelación de conciertos como el de la banda finlandesa The Rasmus, programado para el 24 de abril. Los cantantes que tenían giras también fueron afectados por la cancelación de vuelos. Así lo recuerda el vocalista de Fobia Leonardo de Lozanne: “Teníamos planeada una gira por Europa y no la pudimos hacer porque no había vuelos para salir, eso nos puso muy tristes”. Los teatros reabrieron el 10 de mayo y los cines el 8. Costó trabajo atraer al público pero con el paso de los días la amenaza de pandemia quedó sólo como otra historia digna de una cinta de ficción apocalíptica. - El Universal