Vínculo copiado
Después de siglos de silencio, de las guerras de Vietnam, Camboya, los Balcanes, el genocidio de Ruanda se ha logrado visibilizar la violencia sexual contra las mujeres
08:11 martes 9 octubre, 2018
LABERINTOSDespués de siglos de silencio, de las guerras de Vietnam, Camboya, los Balcanes, el genocidio de Ruanda se ha logrado visibilizar la violencia sexual contra las mujeres, a pesar de que continúa, hoy se reconoce que es una realidad que las mujeres son utilizadas como armas de guerra. Millones de mujeres han sido violentadas por el sólo hecho de serlo; sus cuerpos lastimados y ultrajados se vuelven trofeos de guerra, sean conflictos bélicos o civiles. Nadia Murad, Premio Nobel de la Paz 2018, fue víctima de la yihad sexual del estado islámico. Ahora es defensora de los derechos humanos, es la primera persona en ser nombrada embajadora de buena voluntad por la dignidad de los supervivientes de la trata de personas de las Naciones Unidas. En noviembre de 2017, el grupo editorial de Random Hause publicó el libro biográfico de Nadia Murad YO SERÉ LA ÚLTIMA. El prólogo lo escribe su abogada, Amal Cooney. En el prólogo la defensora narra: “En 2014, el Estado Islámico (EI) atacó la aldea de Nadia en Irak, y su vida como estudiante de veintiún años quedó destrozada. Se vio obligada a contemplar cómo su madre y sus hermanos se encaminaban hacia la muerte. La propia Nadia pasó de mano en mano, como una mercancía, entre los combatientes del EI. La obligaron a rezar, la obligaron a vestirse y maquillarse como preparación para su violación, y una noche fue víctima de abusos sexuales por parte de un grupo de hombres hasta quedar inconsciente. Me enseñó las cicatrices de quemaduras de cigarrillos y golpes. Y me contó que, a lo largo de toda aquella terrible experiencia, los militantes del EI la llamaban «sucia infiel» y alardeaban de cómo sometían a las mujeres yazidíes y borraban su religión del mapa. Nadia fue una de las miles de yazidíes raptadas por el EI y vendidas en mercados y en Facebook, a veces por la ínfima suma de veinte dólares. La madre de Nadia fue una de las ochenta mujeres mayores a las que ejecutaron y enterraron en una fosa común. Seis de sus hermanos se contaron entre los centenares de hombres a los que asesinaron en un solo día. Lo que Nadia le relataba a su abogada era un genocidio. Y el genocidio no sucede por casualidad. La abogada escribe que “Cuando Nadia me contó su historia en Londres, habían pasado casi dos años desde el inicio del genocidio yazidí a manos del Estado Islámico. Miles de mujeres y niños yazidíes seguían cautivos en sus redes, pero no se había juzgado a ningún miembro del EI en ningún tribunal del mundo por tales crímenes. Las pruebas estaban extraviándose o siendo destruidas. Y las perspectivas de que se hiciera justicia resultaban ciertamente desalentadoras”. “Por supuesto, acepté el caso _dice su abogada_. Y Nadia y yo hemos pasado más de un año luchando por que se haga justicia. Nos hemos reunido en repetidas ocasiones con el gobierno iraquí, representantes de las Naciones Unidas, miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, y víctimas del EI. He redactado informes, entregado borradores y análisis legales, y he pronunciado discursos en los que imploraba a las Naciones Unidas que tomaran cartas en el asunto. La mayoría de nuestros interlocutores nos decían que sería imposible: el Consejo de Seguridad llevaba años sin intervenir en el ámbito de la justicia internacional”. “Sin embargo, mientras escribo este prólogo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha adoptado una resolución histórica con la que crea un equipo de investigación que recabará pruebas de los crímenes cometidos por el EI en Irak. Esto constituye una victoria importante para Nadia y para todas las víctimas del Estado Islámico, porque supone la conservación de las pruebas y la posibilidad de llevar ante los tribunales a los miembros del EI de manera individual. Me encontraba sentada junto a Nadia en el Consejo de Seguridad cuando se adoptó la resolución por unanimidad. Y al ver las quince manos que se alzaron, Nadia y yo nos miramos y sonreímos”. “No cabe duda de que el EI intentó silenciar a Nadia cuando la secuestraron y la esclavizaron, la violaron, la torturaron y mataron a siete miembros de su familia en un solo día. Pero Nadia se negó a ser silenciada. Ha plantado cara a todas las etiquetas con las que la ha marcado la vida. Huérfana. Víctima de violación. Esclava. Refugiada. En su lugar, ella ha creado nuevas etiquetas. Superviviente. Líder yazidí. Defensora de las mujeres. Nominada al premio Nobel de la Paz. Embajadora de Buena Voluntad de las Naciones Unidas. Y, ahora, escritora. Nadie mejor que Manuel José Othón para referir este horror que se comete contra las mujeres: Y la sombre que avanza, avanza, avanza
Parece, con su trágica envoltura,
El alma ingente, plena de amargura,
De los que han de morir sin esperanza
Esta semana se anunció que el Nobel de la Paz se le otorgará a dos héroes de la lucha contra la violencia sexual: Denis Mukwege, un médico congoleño que ha protegido a mujeres, el hombre que repara mujeres —título de un documental en su honor— y Nadia Murad, a quien el Ejército Islámico convirtieran en esclava sexual; ambos recibirán el premio el próximo10 de diciembre. Ambos han sido también reconocidos con el Premio Sajarov. De dónde proviene Nadia Murad. Encuentro la minoría yazidí, a la que pertenece la Premio Nobel de la Paz, Nadia Murad, habita en lugares muy lejanos de la civilización en el kurdistán iraquí, en el norte del país, es una zona montañosa ubicada entre Irak y Siria; “es adepta a una religión esotérica monoteísta. Los orígenes de su fe se encuentran en el zoroastrismo, surgido en irán hace casi 4.000 años, y en el culto a mitra. Pero con el paso del tiempo fueron integrando elementos del islam y del cristianismo. Sin libro sagrado y organizados en castas, rezan en dirección al sol y veneran a siete ángeles”. El Ejercito Islámico ha arrasado contra esa minoría, destruyendo sus vidas, sus comunidades, sus creencias y especialmente a sus mujeres, la tradición yazidí prohíbe el matrimonio fuera de la comunidad. Desde 2014 la cuarta parte de los yaziris han huido del país, el resto ha escapado a distintos lugares de Irak. Nadia Murad fue raptada de ese lugar y conducida a la fuerza a Mosul, entonces bastión de isis. Durante meses fue torturada, víctima de múltiples violaciones colectivas y vendida varias veces como esclava sexual. Escapa gracias a la ayuda de una musulmana de Mosul, va al kurdistán iraquí, llega a un campo de refugiados en kurdistán, donde una organización de ayuda a los yazidíes le permitió reunirse con su hermana en Alemania, donde residen. Y tú ¿qué opinas? El Prólogo de Amal Cooney y parte del primer capítulo de YO SERÉ LA ÚLTIMA de Nadia Murad lo puedes encontrar en https://www.penguinrandomhouse.com/books/576444/yo-sere-la-ultimahistoria-de-mi-cautiverio-y-mi-lucha-contra-el-estado-islamico--the-last-girl-my-story-of-captivity-and-my-fight-against-the-islamic-state-by-nadia-murad-amal-clooney/9788401019906/