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#ESNOTICIA
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Laura Carolina Cruz Evangelista*
02:05 miércoles 20 mayo, 2020
ColaboradoresActualmente atravesamos una situación mundial complicada, en la cual todos debemos quedarnos en casa para protegernos, lo cual implica un reto para los docentes y las familias, sobre todo para las que tienen pequeñines en casa, porque ahora, debido a la suspensión de clases, los papás y mamás son los que están apoyando el rol del docente en el hogar.
Para esto, la Secretaría de Educación Pública (SEP) nos ha dado distintas opciones para seguir trabajando con los alumnos a distancia, entre los que se encuentran, clases mediante videollamadas; envío de trabajos por plataformas virtuales; seguir clases en radio y televisión mediante contenidos educativos y el uso de los libros de texto oficiales en formato físico y digital. Para gestionar y desarrollar estas estrategias de enseñanza a distancia, el gobierno federal organizó una “capacitación” nacional para que los docentes aprendiéramos a usar Google Classroom (a través de la plataforma de Google). Sin embargo, al terminarla, me quedé con la misma pregunta inicial, “¿cómo le voy hacer?”, y seguramente no fui la única docente rural que tuvo esa misma inquietud. En la mayoría de las comunidades rurales difícilmente hay señal telefónica y en otras la falta de servicios públicos básicos como agua potable y energía eléctrica son parte de su realidad. Entonces internet en casa ni de broma, lo cual cuestiona, por principio de cuentas, el lema de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) “no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie afuera”. Como está situación en que la modalidad de trabajo que proponen no coincidía con mi contexto educativo no es algo nuevo, junto al director y compañeros de mi escuela nos adaptamos e implementamos una forma de trabajo que nos permitiría seguir con los contenidos, porque lo importante es seguir avanzando. El centro educativo donde laboro cuenta con el Programa Escuela de Tiempo Completo (PETC). Con el cual se obtuvieron tres impresoras y gracias a esto, fue posible que cada maestro diseñara un plan de trabajo quincenal con la descripción de las actividades que debían realizar en casa. Una vez terminado se enviaba al director y posteriormente él se encargaba de hacerlo llegar a la presidenta de la Asociación de Padres de Familia (APF) para que los imprimieran en la comunidad y le entregara un juego a cada familia. Sin duda tuvimos que limitarnos a que fueran actividades en su libreta y libro de texto, que a la vez fueran entretenidas y sobre todo sencillas para que los papás y mamás puedan apoyarlos. Esto significó un reto porque en muchas familias de nuestra comunidad los hijos tienen el mismo o incluso más grado escolar que los propios padres, lo cual dificulta aún más que puedan tener las suficientes herramientas y conocimientos en su tarea. En todo esto, el distanciamiento de los estudiantes ha sido un factor de frustración para nosotros ya que al no saber el avance de nuestros alumnos en la comunidad nos sentimos un poco perdidos. Sin duda, el rol de ambos actores, docentes y familias, se reconfigura al paso de los días y las semanas. Otro factor que impacta en esta estrategia es la falta de recursos económicos de las familias. Al ser necesario trabajar para subsistir, la escuela pasa a considerarse en segundo término, causando desinterés en las mismas familias por seguir aprendiendo a distancia. Son tiempos difíciles para muchas familias, lo cual me pone a pensar sobre si es necesario generar más estrés con las tareas, porque también es una realidad que hay padres de familia que se les dificulta la didáctica, porque como el título de un artículo que se publicó hace unas semanas “ni las casas escuelas, ni los papás maestros”. Por otro lado, sé de compañeras jóvenes que trabajan en escuelas multigrado donde no cuentan con el PETC, entonces ellas tienen un reto aún más grande; cada cierto tiempo deben viajar hasta la comunidad para entregar las nuevas actividades, poniendo en riesgo su salud y la de la población. Hoy como ayer, en las comunidades rurales, tenemos una clara desventaja para continuar con el aprendizaje a distancia. Ahora que el gobierno del Estado comunicó que las actividades escolares no se retomarán en el mes de junio, me provoca inquietud con base a qué evidencias se va a evaluar a los niños para el cierre del ciclo escolar porque, si bien es cierto que todos los maestros mandamos trabajos a las estudiantes, la realidad es que no tenemos la certeza si los alumnos los están elaborando y si lo hacen, ¿aprenden? Esto nos hace reflexionar sobre las posibilidades de la carpeta de experiencias y su practicidad. Al final, para la evaluación, terminan por exigirnos un número que represente el nivel de aprendizaje de los alumnos. ¿Esto será posible únicamente con un instrumento que recopila la “experiencia” en casa? En mi escuela como grupo de trabajo, planificamos las actividades con la idea de que se retornaría a las aulas y así poder evaluar las actividades. Sin embargo, hoy sabemos que no será así. Por ello, considero un error si nos cerramos a la idea de sólo ahondar en contenidos escolares, dejando de lado el contexto en el que trabajamos y los aprendizajes que puede dejar vivir en una comunidad, porque como escribió el Dr. Manuel Gil Antón “la escuela es parte de la educación, pero la educación es mucho más amplia que la escuela atareada emitiendo tareas”.
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*Docente frente a grupo en primaria rural desde hace dos años en la región Centro de SLP. Egresada de la BECENE en Educación Primaria (2018). Contacto: [email protected]