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#ESNOTICIA
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Griselda Jiménez*
00:06 miércoles 22 julio, 2020
ColaboradoresLa falta de recursos en las escuelas de tiempo completo podría provocar la desaparición de un modelo educativo en México que ha demostrado su eficacia a través de los resultados históricos en evaluaciones previas: Las Escuelas de Tiempo Completo (ETC). En nuestro país, si de algo tenemos certeza en el magisterio es de la inmensa cantidad de programas emergentes que aparecen para afrontar los retos educativos que demandan nuestra atención. Pero estos conllevan dos características simultáneas, la primera es que debe estar alineada a los intereses del gobierno en turno y la segunda que pocas veces – por no decir nunca – se evalúan estas propuestas. Por lo tanto, los maestros desconocemos en determinado momento, qué funcionó del programa que acabo de implementar, qué no funcionó y por qué o bien, qué podemos rescatar del mismo. Ya ni siquiera pensar en una evaluación en forma con la diversidad de componentes que la deberían secundar. Al final de cuentas aparece otro programa que lo sustituye y la orden inmediata es implementarlo de inmediato. En este panorama, resulta increíble que, uno de los pocos programas que han sido evaluados de manera específica por académicos nacionales y de instituciones internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) esté en la antesala de su desaparición Si bien, el desdén e indiferencia no es nuevo. La operación del mismo en nuestro Estado ha ido decayendo a lo largo del último lustro. Por ejemplo, el cambio de suministros por proveedores locales con baja calidad de los insumos en los alimentos; el cambio de alimentos calientes por fríos para abaratar costos, las cocinas escolares abandonas o bien, subvencionadas en algunos casos por la misma institución para subsistir y aprovechar los recursos al máximo; entre otras situaciones son indicios del desdén de las autoridades por mantener en rumbo un programa funcional y con tal potencial que podría ser la respuesta a diversos desafíos en las comunidades de mas alta vulnerabilidad. De acuerdo con los resultados de investigaciones previas, este programa suele tener resultados favorables para los estudiantes en los contextos de alta y muy alta marginación. Como lo muestran las evaluaciones estandarizadas, los alumnos salen de los niveles mas bajos de resultados de aprendizaje y tienen más posibilidades de avanzar en sus esquemas de desarrollo cognitivo y de habilidades para seguir aprendiendo a lo largo de su vida. Desde el año pasado, la Secretaría de Hacienda y Crédito Publico (SHCP) con el aval del poder legislativo, aprobó un recorte en los recursos con los que cuenta este sistema del orden de más del 50%. Lo cual, en ese momento, representaba un riesgo para el derecho a la educación de los niños y adolescentes que cursan este programa. Hoy, aunado a la pandemia que vivimos, se vuelve doblemente riesgoso que se ponga el programa a la deriva con la excusa de la “austeridad republicana”. Si bien, la falta de recursos económicos del que dispone el modelo viene desde antes de la pandemia y que a pesar de los esfuerzos del gobierno federal y estatal de no restarle en este primer semestre de 2020, el mayor impacto está por venir. En nuestro estado hablamos de más de 60 mil estudiantes en el modelo de ETC donde con la jornada ampliada tienen acceso a mas horas lectivas donde pueden fomentar las artes, deportes y por supuesto su conocimiento con acceso a alimentos. Ante el abandono del programa, se recortarán, además de las oportunidades de aprender mejor, los espacios laborales de profesores y las cadenas de suministros que mantenían este modelo a flote, terminarán por impactar de manera negativa, aún más, a las economías locales. No solo se trata de un modelo de aprendizaje, sino de la oportunidad de ofrecer una educación integral en las comunidades rurales donde niños y jóvenes aprendan y desarrollen todo su potencial. Los estudios así lo demuestran. Cabría la imperiosa necesidad de que comenzáramos a valorar la evidencia por encima de la ocurrencia de los políticos (y líderes sindicalistas) que vuelven a entender al gremio docente como simples operadores de programas. Es necesario, conversar con datos y evidencia para así saber que podemos mejorar y en dónde debemos apostar todos los esfuerzos por nuestros alumnos. *Profesora de educación primaria en el Estado de San Luis Potosí. Estudiante de doctorado en Ciencias de la Educación.
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