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#ESNOTICIA
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Fernando Cruz Evangelista
00:06 miércoles 8 julio, 2020
ColaboradoresUna polémica se ha desatado en al menos cinco Estados de México por el pin parental. Esto es sencillamente una herramienta con la cual los padres y madres de familia pueden disentir sobre el nivel de adoctrinamiento que, a partir de la Reforma Educativa del año pasado quieren impulsar algunas minorías, a través del aparato del Estado como lo es la Secretaría de Gobernación, de Salud y por supuesto la Secretaría de Educación Pública. La cosa es muy sencilla, se trata de una solicitud escrita con la que los padres piden a la comunidad escolar que se les requiera autorización expresa para “bajar” ciertos contenidos a los niños y jóvenes. Ante esto, el progresismo (y la mayoría de izquierda) en general han puesto el grito en el cielo. Más familia es menos Estado y menos Estado es más familia. Es decir, una familia con más poder de decisión tiene por consecuencia un Estado con menos poder de adoctrinamiento. Es evidente que, al menos en estas primeras batallas, quienes están en contra de esta herramienta, no permitirán tan fácilmente que los padres de familia ejerzan el derecho humano de escoger la educación de nuestros hijos. Lo cual deja al descubierto lo que les significan los niños a los políticos: piezas de un ajedrez para perpetuarse en el poder. Algo que comienza a tratarse como un juego de palabras es el “argumento” de que los hijos no son propiedad de los padres; como si aquellos que promueven el pin parental hayan afirmado que los hijos son una propiedad suya como mercancía con la que pueden hacer lo que se le venga en gana. Es cierto que existen familias que abusan de su patria potestad u otras que se desentienden, para ello, ya existen instituciones que velan por los derechos negados a estos niños y niñas. Por otro lado, se comienzan a escuchar en la calle otros elementos que son utilizados como comodines para rechazar esta herramienta. Por ejemplo, “el machismo” siempre válido para condenar todo lo condenable, el cual cumple una función muy parecida a la de fascismo. Por ello, calificar a los padres y madres de familia que están pendientes por la educación de sus hijos como machistas de inmediato se los coloca del lado obscuro, imposible de argumentar por el prejuicio ya implantado. Otro elemento es el de la homofobia. Bajo esta categoría se coloca a todo aquel que disienta con el adoctrinamiento del Estado y claro, si existen padres que disientan con la verdadera intención totalitaria del Estado, deberían perder por ese motivo todo derecho relativo a la elección de la educación de sus propios hijos. Por ende, clasificar a la ligera a padres y madres de familia como machistas y homofóbicos en definitiva, pasarían a ser considerados como ciudadanos de segunda y por tanto, sería legítimo suspender sus derechos humanos como el que establece la mismísima Declaración Universal de los Derechos Humanos en su Artículo 26 donde se les otorga preferencia “a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.” por sobre el Estado. La pregunta detrás de todo esto es ¿Cuál es el valor de la familia en la sociedad? ¿Por qué resulta importante la institución familiar moderna, si es que de verdad es algo importante? Yo diría al menos tres funciones fundamentales. Primero una función socializadora. Ya que es el primer grupo que hace posible los procesos de aprendizaje social, aprender a vivir con otro. De ello surge que la educación institucionalizada por el Estado no puede desentenderse de que el origen formativo y educacional del individuo no es el propio Estado sino la familia. Segundo una función psicológica o afectiva. La familia se constituye en el grupo de desarrollo afectivo más importante de la persona durante sus primeros años y por lo general a lo largo de toda su vida, lo cual es atribuido por importantes escuelas de psicología a las experiencias afectivas de la infancia respecto de los miembros de la familia, lo cual genera funciones determinantes para nuestra estructuración psíquica. Tercero, una función económica ya que protege económicamente a sus miembros que no están todavía listos para valerse por sí mismos en el mundo de la producción, alimentación, vestimenta y hogar por mencionar algunos. El derecho a la educación es un derecho formal que si no quiere vulnerar la libertad de conciencia no puede imponer un único contenido material obligatorio. Ahí es cuando la libertad de los padres en relación a su obligación les permitirá conocer un abanico de posibilidades educativas, tipos de escuelas y claro, tipos de contenidos que tienen derecho a elegir como parte del derecho a la educación misma. Un Estado que absorbe a la sociedad civil es lo que en teoría política se denomina totalitarismo y éste por definición es el debilitamiento e incluso el aniquilamiento total de la familia como formación social intermedia. Esto que vivimos ahora no es nada nuevo. Mussolini decía “Todo dentro del Estado. Nada fuera del Estado. Nada contra el estado”. Si la familia se opone al Estado entonces mal por la familia porque nada puede ser concebido por fuera del Estado ni siquiera las valoraciones morales sobre la propia sexualidad. También podemos pensar en la Rusia soviética donde el estado se propuso, sobre todo durante los primeros tiempos, absorber por completo a la familia. La feminista comunista Alejandra Kollontai escribió en 1921 en su ensayo comunismo y familia lo siguiente: “La patria comunista alimentará, criará y educará al niño”; “El Estado de los trabajadores acudirá en auxilio de la familia sustituyéndola; gradualmente la sociedad se hará cargo de todas aquellas obligaciones que antes recaían sobre los padres”; “El hombre nuevo de nuestra nueva sociedad será moldeado por las organizaciones socialistas, jardines de infantes, residencia o guarderías de niños, etc.,y muchas otras instituciones de este tipo en las que el niño pasará la mayor parte del día”. Pues bien, nada nuevo, simplemente es una forma amable y bien disimulada del totalitarismo del Estado como una maquinaria impersonal de poder coactivo. Para mi, el pin parental es un instrumento muy interesante y creo que la indignación que ha generado al interior del gobierno es una señal de que puede tratarse de una herramienta que amplíe un poco la libertad de los ciudadanos contra las intentonas totalitarias del Estado. Más allá del pin parental, en realidad lo que hay que establecer es la libertad de educación, de tal manera que los padres puedan escoger libremente entre un abanico muy amplio de ofertas educativas heterogéneas y diversas, con límites genéricos para que no atenten contra el desarrollo y la madurez del menor. Esto incluye el tipo de formación y el método educativo que deben recibir sus hijos. En segundo, esto debe ir acompañado de la libertad en el lado de las escuelas (autonomía escolar) para que éstas puedan organizarse cómo consideren a la hora de proporcionar una oferta heterogénea. Sin duda que la discusión inicie con argumentos precisos nos puede ayudar a superar la herramienta del pin parental, para dar paso a una nueva organización de la comunidad escolar, con mayor libertad de participación de todos y donde los tutores legales y legítimos de los menores, no los políticos, sean quienes tengan la libertad de elegir en torno a sus intereses como familia, el desarrollo pleno de los sueños de sus hijos. - - - - -
* Normalista / Investigador de la UPN
Director general de Sembrando Horizontes AC
Twitter: @FhernandOziel