“Siete meses me pegó, me callé siempre, hasta que me vi muerta. Por eso lo denuncié”. Úrsula Bahillo, una joven argentina de 18 años, le envió ese mensaje a una amiga. A pesar de las reiteradas denuncias por violencia, la chica fue asesinada de diez puñaladas por su expareja, Matías Ezequiel Martínez, un policía de licencia por problemas siquiátricos. Úrsula, originaria de la localidad de Rojas, unos 300 kilómetros al norte de Buenos Aires. Matías Ezequiel Martínez, de 25 años, registraba antecedentes de violencia contra otras mujeres. La joven puso fin a la relación y denunció a Martínez. Aunque la justicia impuso una prohibición de acercarse a la denunciante, el policía violó la medida en reiteradas ocasiones. El último fin de semana, Úrsula volvió a pedir ayuda en la Comisaría de la Mujer de Rojas, que giró el asunto a la justicia local que no intervino de inmediato. La víctima fue interceptada por Martínez en el centro de Rojas y llevada en su vehículo a un terreno baldío. El atacante está hospitalizado por una herida de arma blanca en el abdomen que, presuntamente, se hizo él mismo. "El caso nos interpela como sociedad. Úrsula había hecho todo lo que correspondía, había denunciado, había pedido ayuda, pero la justicia no la protegió”, lamentó Ada Rico, presidenta Asociación Civil La Casa del Encuentro. Según esa agrupación, en 2020 hubo 219 crímenes de esta índole. "Tremendo. Eso hay que terminarlo de una vez por todas en la Argentina. Hay que ser inflexibles con los autores del hecho”, dijo el presidente Alberto Fernández.  

"Argentina es un país que en materia de feminicidios tiene una de las legislaciones más avanzadas, pero los resultados no son los esperados”, admitió Sergio Berni, ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, de quien depende el organismo al que pertenecía el agresor. --

Con información de Excélsior/ AP