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"Los esfuerzos para promover la estabilidad financiera mediante ajustes en las tasas de interés aumentarían la volatilidad de la inflación y el empleo”. Janet Yellen, Secretaria del Tesoro y ex Presidente de la Reserva Federal
00:06 martes 25 mayo, 2021
ECONOMÍA CONDUCTUALEsta semana el CONEVAL presentó la información relativa a la pobreza laboral en México, con datos al primer trimestre del año. Este índice, refleja la medición trimestral de la proporción de personas que, aun trabajando, no tienen un ingreso suficiente para adquirir la canasta alimentaria.
No es específicamente un indicador de medición de pobreza, pero si permiten medir la trayectoria de los salarios y, fundamentalmente, la proporción de los empleos que por sus condiciones no alcanzan un nivel de remuneración mínimo suficiente.
Con algunas limitaciones por cambios metodológicos, la información disponible revela el efecto de la pandemia en el deterioro del mercado laboral en el país.
Entre el primer trimestre de 2020 y el primer trimestre de este año, el porcentaje de la población cuyo ingreso laboral es inferior al valor de la canasta alimentaria, se incrementó en 3.8% puntos porcentuales, al pasar de 35.6 a 39.4%. Puede parecer menor una variación de apenas 3.8%. Pero considerando la población que trabaja en nuestro país, ello implica que poco más de 2 millones de personas, aun trabajando disminuyeron sus ingresos en una magnitud tal, que les impide adquirir los bienes suficientes para cubrir sus necesidades de alimentación básica. Dos millones de personas adicionales de un año a otro.
A ello debemos sumar alrededor de 2 millones de personas adicionales que perdieron su empleo en ese periodo y que aún no lo recuperan, por lo cual no contabilizan con ningún ingreso que les permita satisfacer sus necesidades y las de sus hogares.
Coneval identifica como dos de los factores detrás de este incremento de pobreza laboral, la disminución de 4.8% en el ingreso laboral real, al que se suma un incremento de 3.7% (en zonas urbanas) del valor de la canasta alimentaria. Ello implica un doble efecto: una caída de los ingresos cercano al 5% y un incremento (por presiones inflacionarias) de la canasta alimentaria de cerca de 4%.
La pobreza laboral aumentó en el 80% de las entidades federativas, siendo las más afectadas la Ciudad de México (15% de incremento), Quintana Roo (10%) y Baja California Sur (8.3%); todo ello adicional al porcentaje de por si elevado que registraron en el primer trimestre de 2020.
El efecto de disminución del ingreso fue más grave en las dos quintas partes de la población que, de ya tenían peores ingresos. Para el 20% de personas con peores ingresos, la reducción de sus ingresos fue de más de 40%, mientras que, para el segundo grupo de menores ingresos, la afectación fue de 11.5%.
La caída del ingreso laboral acentuó la diferencia entre los ingresos promedio de hombres y mujeres; siendo el ingreso laboral mensual de las mujeres casi 18% inferior a los de los hombres en este primer trimestre del año. Además, más del 80% de las personas que perdieron el trabajo en la pandemia y no lo recuperaron, fueron mujeres. Ambos datos vuelven más preocupantes si consideramos el crecimiento en las últimas décadas, de hogares cuyo jefe de familia es una mujer.
Más allá de los discursos, el impacto en los ingresos de los hogares ha sido brutal. Y se suma a condiciones previas de profunda inequidad, que parcialmente explican la falta de crecimiento sostenido de la economía.
Requerimos políticas públicas que atiendan urgentemente este tema, más allá de la obtusa ortodoxia que se da desde ambos lados de las visiones extremistas de la economía.
El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo de Mexicana de Becas. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares