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Muchas creencias limitantes que posiblemente le impidan triunfar y alcanzar las metas que se ha trazado se deben a que posiblemente en el pasado ha tenido malas experiencias que le han condicionado a no intentar sobreponerse al fracaso
00:04 lunes 5 agosto, 2019
PERFIL EDUCATIVO“No importa a cuántas personas usted supervise, hay una sola persona a la cual puede cambiar: a usted mismo. La mejor inversión que puede hacer, entonces, es en mejorarse a sí mismo desarrollando los hábitos que le harán mejor persona y mejor gerente.”
Stephen R. Covey
Las competencias son características subyacentes de las personas, que se encuentran vinculadas con su efectividad en su desempeño en términos de criterios establecidos. Sus competencias son determinadas por sus hábitos. Un hábito resulta de la intersección o conjunción de conocimientos, habilidades, motivación y conciencia. El paradigma del conocimiento es el qué hacer y el por qué hacer, la habilidad es el cómo hacer y la motivación es el querer hacerlo y la conciencia es saber que se hace lo correcto. Así, una persona puede tener el conocimiento y la habilidad para escuchar a los demás, pero si no quiere hacerlo, sencillamente no lo hará. Los hábitos son pautas consistentes, y a menudo inconscientes que expresan nuestro carácter y generan nuestra efectividad o nuestra inefectividad. Tal desempeño es producto de los conocimientos, valores, habilidades, actitudes y conductas que nos permiten incorporarnos, interactuar con éxito en los ámbitos personal, familiar, escolar, profesional, social, etc. y tener el estilo de vida que nos haga transitar sobre el camino de la felicidad. Muchas creencias limitantes que posiblemente le impidan triunfar y alcanzar las metas que se ha trazado se deben a que posiblemente en el pasado ha tenido malas experiencias que le han condicionado a no intentar sobreponerse al fracaso; creando pretextos, excusas y justificaciones que le impiden tratar nuevamente para lograr lo que desea, para ser una persona altamente efectiva y atraer la felicidad, el éxito y la prosperidad, a los que todos, en principio tenemos derecho, pero a los que muy pocos acceden. Albert Einstein llegó a mencionar: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo.” En nuestro país tenemos la tendencia a criticar, a juzgar, a condenar, a quejarnos; pero muchos no movemos un dedo para cambiar las cosas. Si desea cambiar a su familia, a su entorno, empresa, sociedad o país, lo primero que necesita hacer es cambiar primero usted mismo. Si usted cambia, seguramente a su alrededor habrá cambios; si usted evoluciona, seguramente todo a su alrededor evolucionará; si usted mejora, seguramente su entorno también mejorará. La buena noticia es que siempre podemos mejorar, independientemente de cómo nos encontremos y cuáles sean nuestras actividades. En África hay una frase: “el último camello de la fila avanza con la misma velocidad que el primero”. Esta expresión pone de manifiesto la relación que existe del uno con el todo. “Los 7 hábitos” le permitirán escapar de la inercia de hacer lo mismo queriendo cambiar o de desear sin actuar y encaminarse hacia la consecución de sus objetivos.
El Primer Hábito de las personas altamente efectivas es la proactividad. Si usted quiere cambiar cualquier situación, tiene que comportarse en forma distinta a la de la mayoría de la gente que solamente responde a los estímulos debido a un condicionamiento. Pero para cambiar su comportamiento, debe antes modificar sus paradigmas su forma de interpretar el mundo–. “La vida no es como es, sino como tú la ves.” Ser proactivo significa tomar la responsabilidad por nuestra propia vida, ejercer la habilidad de seleccionar nuestra respuesta ante cualquier estímulo, de hacernos cargo de nuestro futuro, los arquitectos de nuestro propio destino, ya que entre el estímulo y nuestra respuesta se encuentra nuestra libertad de elegir. Esto implica comportarse según nuestra decisión consciente, basada en valores; no en las condiciones en las que nos encontremos, sino en nuestras decisiones. Desarrollar la habilidad de decidir la respuesta que queremos dar, esto significa que no somos esclavos de las acciones que sobre nosotros se efectúan, sino libres ejecutores de nuestra conducta, ya que si seleccionamos adecuadamente nuestros pensamientos, nuestras acciones serán producto de tal elección. "Lo que importa más nunca debe estar a merced de lo que importa menos". Goethe El Segundo Hábito consiste en empezar con un fin en mente. Este hábito radica en comenzar con una clara comprensión de nuestro destino. Significa comprender hacia dónde nos estamos dirigiendo para comprender mejor dónde nos encontramos, que nuestra conducta no la debe regir el capricho ni el azar, debemos tener objetivos precisos a los cuales acercarnos: Un título universitario, comprar una casa o un carro, mantener una relación armoniosa con nuestros familiares y compañeros de trabajo. Cada vez que tomemos una decisión importante debemos decidir si ésta nos acerca o nos aleja de nuestros objetivos. Nuestras vidas son realmente diferentes cuando sabemos qué es lo verdaderamente importante para nosotros y manteniendo ese cuadro en mente, para ser y hacer cada día lo que en verdad nos interesa. Si consideráramos cada uno de nosotros lo que nos gustaría que las personas cercanas a nosotros expresen el día de nuestro funeral, encontraríamos la definición personal de éxito. El hábito de empezar con un fin en mente, está basado en el principio de que todas las cosas se crean dos veces: primero hay una creación mental y luego viene la creación física. El Tercer Hábito es la segunda creación, la creación física. Consiste en establecer primero lo primero. Radica en distribuir nuestro tiempo con base en nuestras prioridades. Covey menciona que “La persona de éxito tiene el hábito de hacer las cosas que a quienes fracasan no les gusta hacer”. Describe un método para organizar el tiempo sobre la base de cuatro cuadrantes en los cuales coloca las actividades: urgentes, no urgentes, importantes y no importantes, ya que el desafío de la efectividad en la segunda creación no consiste en administrar el tiempo sino en administrarnos nosotros mismos. Lo importante es aquello que realiza alguna aportación a nuestra misión, a nuestros valores, a nuestras metas de elevada prioridad. Las personas que practican este hábito conocen el ‘Principio de Pareto’ que puede expresarse en los siguientes términos: el 80% de los resultados provienen del 20% de las actividades. La verdadera efectividad requiere equilibrio y atención a todas las áreas que consideramos importantes, porque el éxito en un área no podrá compensar el fracaso en otra, al menos en el largo plazo. Los primeros tres hábitos nos permiten transitar de la dependencia a la independencia, a hacernos cargo de nuestra propia vida, responsables de nuestro destino, tener una idea de hacia dónde vamos y qué estamos haciendo ahora para llegar al lugar que deseamos, estableciendo prioridades. Estaremos dando un gran paso hacia nuestra madurez y efectividad personal. La interdependencia efectiva solamente puede edificarse sobre una base de verdadera independencia. La victoria privada precede a la victoria pública. No es posible tener éxito con otras personas si no se ha sido exitoso previamente con uno mismo. El autoconocimiento constituye el cimiento de nuestras relaciones con el prójimo. El Cuarto Hábito consiste en pensar en ganar-ganar. Este hábito radica en que que nuestras interacciones con otros seres humanos siempre deben ser de mutuo beneficio, ya que no existe otra opción hacia la efectividad personal y de grupo.. Nuestra relación con el cliente debe ser ganar-ganar, si yo gano y mi cliente pierde, pierdo al cliente. No existe otra opción, aunque a corto plazo otros tipos de relaciones resulten en ganancias inmediatas, a largo plazo vemos que son ineficaces y perjudiciales para ambas partes. Covey explica que si después de razonar con nuestro interlocutor no logramos un acuerdo ganar-ganar, nos queda la opción de "no hay trato".
“El vendedor aficionado vende productos; el vendedor profesional vende soluciones a las necesidades y problemas.”
Stephen R. Covey El Quinto Hábito consiste en procurar primero comprender y después ser comprendido. Es el don de la valentía equilibrada con el respeto. Las personas tienden a pensar: “Usted debe comprenderme, pero no me comprende”. “Yo le comprendo a Ud. pero Ud. no me comprende a mí, así que déjeme contarle mi historia primero”. Así mientras “escuchan” pasan todo el tiempo preparando su respuesta. Solo aparentan estar escuchando. Cuando Ud. escucha de verdad a alguien, puede ponerse primero en el lugar del otro, de ver las cosas desde su punto de vista. Se basa en el refrán popular "Todo es del color del cristal con que se mira". Es quizás el más difícil de practicar, casi siempre pasamos más tiempo hablando que escuchando y creemos que las cosas sólo pueden ser de la manera en que nosotros las vemos. La causa que origina la mayor parte de los problemas entre la gente es el problema básico de la comunicación: no se escucha con empatía. Se escucha desde dentro de la propia autobiografía. El Sexto Hábito se encuentra asociado a la sinergia. Sabemos que nadie puede triunfar solo. Necesitamos de los demás para cumplir nuestros sueños, llegar a nuestras metas; consolidar la segunda creación desde tener un fin en mente hasta conseguirlo. Si bien, podemos lograr algunas metas solos; las familias, las grandes empresas, las sociedades o los países solamente pueden alcanzar lo que se proponen por medio del trabajo en equipo sinérgico, en los que uno más uno son mucho más que dos; en el los que las debilidades de algunos son apuntaladas por las fortalezas de otros donde los potenciales se desarrollan tendiendo al máximo, consolidando sociedades de aprendizaje acelerado. Proyectos como la llegada del hombre a La Luna o el desarrollo de la Nanotecnología son el resultado del trabajo sinérgico. El llevar una vida familiar armónica y plena, resulta de la consolidación de la sinergia de los integrantes de la misma, a partir de los tres primeros hábitos que constituyen victorias individuales que son la base de las victorias públicas o de equipo. Uno de los compromisos más grandes que deben asumir los integrantes de una familia o en un negocio es nunca hablar mal de los otros. Si quiere retener a los presentes, sea siempre leal con los ausentes. Séptimo Hábito: Afile la sierra. Es el don del perfeccionamiento constante, de la mejora continua o autorrenovación. Si un leñador que se encuentra tan inmerso en su trabajo de derribar árboles que se olvida que dedicar unos minutos a afilar su sierra, este tiempo seguramente le haría ahorrar muchas horas de esfuerzo. Aplicado a nuestra vida, afilar la sierra se refiere a dedicar breves lapsos de tiempo a mejorar nuestras condiciones físicas, intelectuales, emocionales y espirituales mediante el ejercicio físico, la dieta, la actitud mental positiva, el desarrollo de la inteligencia y el control emocionales, la introspección, los ejercicios espirituales, etc.