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Buscar un alto promedio en las calificaciones, sacrificando el desarrollo de competencias fundamentales, constituye un riesgo que difícilmente dará buenos resultados
22:03 domingo 12 agosto, 2018
PERFIL EDUCATIVO“La diferencia entre una persona exitosa y otros, no es la falta de fortaleza, ni la falta de conocimiento, sino la falta de voluntad.”
Vince Lombardi
Error Número Dos: Creer que el promedio es el objetivo de la universidad. Buscar un alto promedio en las calificaciones, sacrificando el desarrollo de competencias fundamentales, constituye un riesgo que difícilmente dará buenos resultados. Aunque hay avances importantes en la evaluación por competencias en casi todas las universidades de país; la verdad es que la mayoría sigue premiando la memorización, el conocimiento enciclopédico y el aprendizaje de ciertos procedimientos, en lugar de competencias altamente valoradas por el sector empresarial mexicano, tales como el pensamiento crítico, la creatividad, la innovación, el liderazgo, el emprendimiento, la comunicación efectiva y el desarrollo de las inteligencias múltiples del individuo, entre las que sobresalen la inteligencia emocional, social y espiritual. En este punto, merece la pena detenerse a analizar el concepto de competencia y dar algunos ejemplos ilustrativos, ya que las competencias constituyen el eje de los nuevos modelos educativos. Las competencias son características subyacentes de las personas que les permiten demostrar un desempeño superior en un determinado puesto, rol o situación de acuerdo a estándares preestablecidos. Las competencias se centran entonces en el desempeño. Ser competente implica una convergencia de conocimientos, capacidades, habilidades, actitudes y valores y no la suma de éstos. Casi todos tenemos la capacidad de oír, ya que nuestra funcionalidad auditiva puede ser considerada normal, de acuerdo a los estándares fisiológicos; pero muy pocas personas son competentes al escuchar. Además de tener capacidad es necesario contar con ciertas técnicas –conocimientos– sobre la escucha, pues se requiere hacerlo no sólo con los oídos, sino también con los ojos, y sobre todo, con el corazón. Los estudiosos de la comunicación como Merabian han establecido que el 93% del mensaje que emitimos es de índole no verbal y sólo el 7% restante es de naturaleza verbal. Por lo tanto, el conocimiento sobre la interpretación del lenguaje no verbal es fundamental para una buena escucha. Tener la capacidad y el conocimiento no es suficiente, para ser un buen escucha, es indispensable haber desarrollado esta habilidad a través de la práctica constante, consistente y efectiva, “la práctica hace al maestro” reza el refrán. Aquí el talento, ese componente innato es muy relevante para que las personas sean altamente efectivas, ya que facilita la tarea y hace que el reto del aprendizaje experiencial sea más sencillo y perfectible. El componente actitudinal es esencial para que una persona sea realmente competente: Puede contar con un oído muy agudo, conocer a profundidad técnicas de escucha, haber desarrollado esta habilidad gracias a su gran talento y a la práctica; sin embargo, si no cuenta con la disposición de hacerlo, simplemente no lo hará o no alcanzará el nivel de su potencial. Finalmente, los valores dan sentido a la actividad y por lo tanto definen los resultados. El Doctor Stephen R. Covey decía que es contraproducente subir vehemente una escalera en un tiempo récord, contando con una excelente capacidad física, con conocimientos, técnicas y una actitud poderosa; para darnos cuenta finalmente que estaba apoyada en el muro equivocado. Este ejemplo da pauta para destruir el mito de la motivación: “La actitud lo es todo”. No lo es, de nada sirve tener toda la motivación del mundo al cavar un agujero en la tierra con una pala, si otra persona menos motivada, pero con una retroexcavadora lo hace en una pequeña fracción del tiempo que el empleado en el primer caso. Es necesario contar también con las herramientas adecuadas –capacidades, conocimientos, habilidades y recursos–, además de tener la visión precisa y saber por qué y para qué lo estamos haciendo, para ser competentes. En las empresas se evalúa al recurso humano en función de sus competencias y no exclusivamente de sus conocimientos; de hecho, éstos por sí mismos son secundarios, porque de nada sirve ser una enciclopedia ambulante, si no se cuenta con la habilidad, la motivación y los valores necesarios para llevar a feliz término un proyecto. Como también decía el Dr. Covey: “Saber y no hacer, realmente es no saber.” Es ocioso saber si no se sabe hacer y por lo tanto si no se hace bien; si no se aplican los conocimientos para tener buenos resultados. Las habilidades se desarrollan aplicando de forma inteligente los conocimientos, ya que solamente el conocimiento que se lleva a la práctica queda grabado en la mente y en el corazón. En muchos casos, las altas calificaciones correspondan a quienes poseen un alto nivel de conocimiento, una buena retención del único libro de texto en clase, etc., en lugar de aquellos que den buenos resultados –que son competentes– al saber aplicar sus conocimientos para superar retos o resolver problemas. El concentrarte en el promedio solamente provocará que pertenezcas al promedio –en México, en general, esta cifra es bastante mediocre–. Una calificación no define quién eres; por eso las empresas en rara ocasión la consideran, siempre y cuando tengas un promedio aceptable. Lo que realmente proporciona indicios sobre tu desempeño personal y profesional, son tus respuestas a situaciones problemáticas reales o realistas; tu actitud frente al fracaso, tu creatividad e iniciativa, tus habilidades, expectativas, valores y creencias que se manifiestan en tus conductas y por lo tanto en tus resultados. Existen instrumentos de evaluación mucho más reveladores que un examen escrito, tales como el Assessment Center o la Entrevista por Competencias, muy usados por las grandes empresas para seleccionar y promover a su capital humano, pero poco conocidas y menos aún aplicadas correctamente en las instituciones educativas para evaluar a sus estudiantes. *Profesor, coach y periodista. Tecnológico de Monterrey, [email protected]