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El as del Tri sufrió fractura de tibia y peroné a cuatro días de iniciar el Mundial de México 1970
18:34 miércoles 27 mayo, 2020
Deporte Nacional e InternacionalAlberto Onofre recuerda ese crujir de huesos, los suyos, como si hubiera sido ayer. Aunque ya pasaron 50 años de aquel choque con Juan Manuel Alejándrez, a diez minutos de que terminara el último interescuadras y a cuatro días antes de que México debutara en casa ante la escuadra soviética. Fractura de tibia y peroné de la pierna izquierda, el cambio repentino de zapatillas por una lluvia que llegó anunciando una tragedia en el Centro de Capacitación, atrás del Estadio Azteca. Alberto, el 10 que se quitaba la piel de chiva para convertirse en el armador de la selección del Güero Raúl Cárdenas, la esperanza de México, el personaje que todo periodista deportivo del país calificaba como ‘el jugador azteca’ que cambiaría las reglas del juego. En la voz del viejo Onofre ya no hay frustración, menos dolor. Sólo queda la memoria de aquella tarde del miércoles 27 de mayo. Todavía no entiendo por qué me cambié de tachones, cuando estábamos a unos minutos de terminar el entrenamiento. Comenzó a llover y traía calzado de seis tacos, no me acomodaba y pedí a Chico Larios (utilero) que me trajera unos zapatos de plástico.
No sólo era titular, era el armador del equipo, la esperanza de México, pues. Todo marchaba de maravilla, incluso un amigo español de apellido Zavala me decía que acabando el Mundial de México 70 me buscaría acomodo en el balompié de su país. De pronto, disputé un balón ante Alejándrez, defensa tapatío que jugaba para el Cruz Azul y buscaba también ser titular en el once de Cárdenas. Yo me resbalé en un intento de barrerme, con las piernas flojas y el pasto mojado. Él estaba parado, con las piernas bien puestas en el campo. Un ruido seco hizo que los demás voltearan de inmediato. No sé qué fue peor, si el dolor de los huesos rotos o el entender que ahí se acabó todo para mí”.
El mediocampista se desvaneció tras el golpe, lo que hizo que jugadores, cuerpo técnico y periodistas como Ignacio Matus, Ramón Márquez y Manuel Seyde se acercaran de inmediato al futbolista de 23 años. La tragedia comenzaba a escribirse.
Los evangelistas deportivos informaron lo que lamentablemente se esperaba: fractura de tibia y peroné de la pierna izquierda. “México se queda sin su número 10”, lo que significaba que era el momento de ponerse a rezar. Del Centro de Capacitación al hospital. Ahí se asomaron los seleccionados y cuerpo técnico. El Güero Cárdenas (DT de la Selección Mexicana) trataba de darme ánimos, que a lo mejor me alcanzaba el tiempo para jugar un partido, que los muchachos me dedicarían el partido inaugural ante los soviéticos. Mis huesos tenían otros planes”.
Ningún jugador o directivo le firmó el yeso que le pusieron a Onofre tras la intervención quirúrgica (fueron dos). De hecho, los que pasaron más tiempo con el mediocampista frustrado fueron sus amigos el Púas Olivares y Clavillazo. ¿Frustración?, demasiada. Lloré toda la noche, me enojé al recordar que estuvimos concentrados desde enero, ¡cinco meses para nada! En el Centro de Capacitación nos tenían de a tres seleccionados por habitación, yo compartía la mía con el Campeón Hernández y Héctor Pulido. Ya hasta nos caíamos mal de estar tanto tiempo juntos”, comenta Alberto vía telefónica.
Onofre tenía el mundo a sus pies, había ganado el oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá, y en seis años se había convertido en el armador que necesitaban las Chivas. En la temporada 1969-70 el tapatío se elevaba por los aires para conectar con la testa un balón que acabaría adentro de la portería del Wama Rafael Puente para darle al Rebaño Sagrado otro título, en una final cardiaca ante los prietitos del Atlante. Yo me acababa de comprar un Falcon 69 de agencia que me costó 40 mil pesos de aquellos. Me iba bien con las Chivas y tenía la confianza de que después de México 70 volaría al extranjero”.
Tiempos de sonrisas, de compartir reconocimientos de periódicos con personajes de mundos distintos como la actriz Verónica Castro (El Rostro de México) y el cantante José José (El triste). Ya se miraba en la inauguración ante los soviéticos, ya sentía puesto el uniforme, cantando el Himno Nacional Mexicano. Se imaginaba escuchando indicaciones de Raúl Cárdenas y a los comentaristas mexicanos levantando la voz cada vez que el jugador con el toque más exquisito se hiciera del balón. El partido inaugural lo miré desde el palco de la Federación Mexicana de Futbol, lejos de los vestidores y las indicaciones del entrenador (su lugar lo tomó el atlantista Marcos Rivas). Después me fui a mi casa en el barrio Del Fresno, con mis papás. Miraba los juegos de México en mi recámara, a veces con la familia, en ocasiones solo”.
El partido que más sufrió Onofre fue en el que México cayó 4-1 ante Italia. No entiendo por qué nos fuimos a Toluca, ya que estábamos bien en el estadio Azteca”.
Para el seleccionado mexicano fue el final de su aventura en la IX Copa del Mundo, de la que se coronó más adelante Brasil. pero para Onofre seguía la pesadilla, pues tuvo que permanecer nueve meses enyesado y un año más para recuperarse. Tardé dos años para volver a jugar con las Chivas, pero el equipo andaba por debajo del nivel acostumbrado y no tardé en retirarme”.
Argumenta el hombre de 73 años que el de hoy es un recuerdo sin dolor.
La fractura me cambió la historia, pero ya pasaron 50 años. Ya estoy en otro mundo, vivo para mis hijos y mis nietos”.
A la distancia, aquel 10 mexicano argumenta que sus sucesores en esa posición sólo han sido dos: “Benjamín Galindo y Cuauhtémoc Blanco”. El exjugador se mudó a Salinas de la Cruz, en el sur de Guadalajara. Se hizo cargo del taller de su papá (tornero) del cual huía cuando chamaco. Después de la secundaria yo quería ser futbolista y mi papá se empeñaba en que trabajara todo el día con él. A veces me escapaba a los entrenamientos y sabía que de regreso recibiría duros golpes por irme sin permiso”.
Hoy es el torno el que le da para vivir y hace pocos años se daba todavía el gusto de irse a cascarear con veteranos de la capital jalisciense. Nos reuníamos con el Coco (Rodríguez), Nacho (Calderón), (Javier) Valdivia y otros para jugar un rato. Ahora sólo nos juntamos para platicar, pues mis rodillas ya no me permiten pegarle al balón”.
Dice Alberto Onofre que no le quedó huella física de aquella doble fractura de tibia y peroné que acabó con su sueño mundialista hace medio siglo. “Sólo me queda en la memoria”. Tampoco olvida a Juan Manuel Alejándrez, con quien tuvo el dramático accidente. Sabe que el también tapatío no tuvo la culpa de aquel choque en el entrenamiento. “Aunque nunca se me acercó para pedirme disculpa alguna. Aquella vez yo sí le dije que no se preocupara”. Alejándrez murió en 2007 y poco se habló de él tras la fractura que dejó a Onofre fuera del Mundial de México 70. Llegaron a jugar en las cascaritas de los veteranos y charlaron de muchas cosas. De aquella tarde del choque en el Centro de Capacitación, hace 50 años, nunca se volvió a decir palabra alguna. Tampoco se dijo mucho sobre el sentir de Alejándrez sobre el incidente. Porque para el otrora defensa cruzazulino aquella rotura de huesos significó convertirse en un maniquí en el banquillo. Tenía un puesto titular y tal parece que la depresión de sentirse culpable le hizo perder concentración. Terminó mirando todos los partidos de México en la banca. Aquella fractura de Onofre había hecho carambola.
Recibió la visita del Púas Olivares, con quien tenía una buena amistad. Fotos: Archivo Excélsior
ASÍ LO PUBLICÓ EXCÉLSIOR
El reportero Víctor Payán firmó la nota publicada en Excélsior, titulada en la portada: “Onofre, inutilizado; doble fractura de pierna izquierda”. Una foto del futbolista en la ambulancia acompaña la nota, mientras que el sumario explica que “el as de la Selección Mexicana se lesionó en un choque con Alejándrez”. La información se consiguió con terceras personas, ya que aquella tarde se entrenó en el Centro de Capacitación a puerta cerrada, así que los periodistas deportivos tuvieron que esperar afuera del Cencap, junto a los curiosos. Fue en la pierna de apoyo, en la media cancha. Un golpe seco y los seleccionados corrieron a apoyar al jugador equivocado, pues creían que Juan Manuel Alejándrez se había llevado la peor parte. Se darían cuenta que Onofre era el lesionado, luego de que el tapatío mostraba dolor y no se levantaba del campo”.
Ocurrió a las 12:50 horas del miércoles 27 de mayo de 1970, a cuatro días de la inauguración en el estadio Azteca. Fue el técnico Raúl Cárdenas el que se dio cuenta de la gravedad del asunto y pidió una camilla”.
Todavía en el lugar del accidente, el médico Martínez del Campo fue el primero en dar la mala noticia del estado del jugador. “Onofre está fracturado”. La noticia traspasó las bardas del lugar de entrenamiento, donde decenas de curiosos, trepados en los toldos de sus autos y en árboles, se dieron cuenta del barullo y de que el mediocampista Alberto Onofre había sufrido una dura lesión. Incluso, el rumor sonaba a algo más grave. La ambulancia tuvo que abrirse paso entre los curiosos que intentaban entrar al campo de entrenamiento, por lo que los policías encargados de la seguridad tuvieron que redoblar esfuerzos. La camioneta blanca llegaría hasta la plazoleta dentro del Cencap, donde días antes el presidente Gustavo Díaz Ordaz abanderó a la Selección Mexicana. Horas más tarde, el hospital donde llevaron a Onofre se convirtió en centro de reunión de periodistas, fotógrafos, camarógrafos y curiosos”.
-- Excelsior