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Mucho se ha hablado de los efectos que la pandemia dejará a su paso, la caída en la economía, cierre de empresas, desempleo, pobreza, pero poco se ha dicho que el crecimiento de las desigualdades.
01:55 miércoles 21 octubre, 2020
EN LA OPINIÓN DE ERIKA SALGADOEn México el 51.5% de la población son mujeres y representan el 41 por ciento de la fuerza laboral. En los últimos años ha crecido la presencia de mujeres en puestos directivos, pero también ha crecido en el sector industrial, principalmente en los empleos menos remunerados o sin prestaciones, esos que los hombres no han querido ocupar. Otra dura realidad es que las mujeres siguen ganando menos que los hombres que ocupan puestos de igual responsabilidad. El ingreso de las mujeres a la vida productiva ha enfrentado una serie de resistencias y los resultados de la lucha de años, hoy se ven amenazados por la pandemia. La pandemia comenzó a presentarse en México justo en el mes de marzo, cuando todavía resonaban los gritos de miles de mujeres exigiendo las condiciones mínimas de seguridad, de procuración de justicia y ya de paso, visibilizando la falta de equidad en el sector académico y laboral. Cuando arrancaron las medidas de distanciamiento social, una de las primeras acciones fue suspender las actividades escolares. Así que 15 millones 785 mil madres trabajadoras, que representan 72.9% de la población femenina económicamente activa en el país, tuvieron que empezar a resolver qué hacer con sus hijos mientras ellas seguían laborando y los menores estaba sin posibilidad de acudir a los centros educativos. La situación no mejoró cuando fueron enviadas a trabajar desde casa, pues entonces vino el reto de la ominipresencia, tener que ocuparse de la educación a distancia de sus hijos, atender las labores domésticas y cumplir con responsabilidades laborales que en home office no respetan horarios ni dinámicas familiares, se rompió la división de tiempo laboral y tiempo para la vida privada. Pero las madres de familia han resistido, porque no hay opción, porque muchas son jefas de familia y no pueden quedarse sin un ingreso, aunque inevitablemente algunas, sin importar lo que hagan, serán parte de las estadísticas de desempleo generado por el impacto económico de esta pandemia, que llevara al cierre de empresas y a despidos. En México de por si ya es una realidad que la participación de las mujeres en el mercado de trabajo disminuye conforme aumenta su número de hijos y la pandemia amenaza con agravar esta situación. Esto resulta dramático en cuestiones de género, porque si algo ha logrado empoderar a las mujeres es su independencia económica, y pensar que se quedarán sin esa posibilidad, significa para muchas, una condena. Sumado a los despidos, muchas otras mujeres han tenido que tomar decisiones difíciles, con los niños en casa han tenido que dejar sus empleos, renunciando al fruto de años de trabajo y de esfuerzo, carreras brillantes hoy se ven opacadas por una situación que no estaba calculada. Para las madres que estudian el escenario no es mejor, la jornada se ha prolongado a altas horas de la noche, pues el día se dedica a la educación de los hijos, las labores del hogar, las clases virtuales y la noche, si se tiene suerte y los hijos duermen, se destina a estudiar y cumplir con las tareas. Además, muchas de las mujeres que han decidido a su edad adulta concluir sus estudios, también trabajan. Se trata de mujeres guerreras, que han decidido estudiar porque saben que entre menor nivel educativo se tiene es menor la oportunidad de salir y sacar a sus familias a flote. El 41.1% de las mujeres que son madres de 15 años y más no cuenta con educación básica terminada y solo 23.9% tiene educación media superior o superior. La cifra podría empeorar resultado de esta pandemia, pues muchas tendrán que optar por desertar en su intento de dar continuidad a su formación académica. Están también las madres que laboran en la informalidad o por su cuenta, o las que emprendieron y que no contaban con el recurso para soportar estos meses de baja en las ventas, contratación de servicios, etc. Esta es la realidad a la que se enfrentan las madres trabajadoras o estudiantes en medio de la pandemia, a una gran incertidumbre, a una sobredemanda en todos los espacios de su vida que amenaza su salud física y mental y que puede echar por la borda el esfuerzo de toda una vida. Recientemente leí sobre Gretchen Goldman, la científica que se hizo viral en las redes cuando compartió una foto de su desordenado y caótico entorno al atender una entrevista a distancia para la cadena CNN. Al respecto, ella señaló "Compartí la foto porque quería mostrar la realidad de mi situación que es la de muchas mamás y la de otras personas que están luchando en este momento. No es posible para los padres sostener una situación así". En México más del 40% de nuestros legisladores son mujeres, pero ha quedado claro que el serlo no garantiza que se legisle con visión de género. Nuestros representantes, hombres o mujeres deberían estar atendiendo a esta situación porque es de su competencia y se requiere una intervención del gobierno de manera urgente. No estamos hablando de un problema privado, lo que está sucediendo en millones de hogares es un tema público a todas luces y que podría al menos, atenderse con legislaciones y acciones integrales que permitan a las madres de familia mantener los lugares que se han ganado con su esfuerzo, sean laborales o académicos. Citando a Goldman "Las responsabilidades de la crianza de los hijos y del hogar recaen desproporcionadamente en las mujeres y muchas están abandonando la fuerza laboral después de no tener opción para combinar ambas cosas. Este problema no debe recaer en los padres, es responsabilidad de nuestras instituciones, nuestros legisladores y nuestros empleadores garantizar que los empleados y empleadas reciban apoyo". Pero la realidad es que hoy es todo lo contrario, estas mujeres que perderán el esfuerzo de sus vidas, ya sea de emprendurismo, académico o laboral, quedarán vulnerables y la desigualdad de género será mayor. No podemos, no debemos cerrar los ojos ante la desigualdad y la amenaza de que aumente, y quienes nos representan o buscan representarnos, tienen que demostrar que realmente están comprometidos con estas cuestiones, no por ganar unos votos, no regalando flores el 10 de mayo en los jardines públicos, sino con soluciones reales. Eso es lo que estamos esperando.