Vínculo copiado
#ESNOTICIA
#ESNOTICIA
Gonzálo Tinajero
02:06 miércoles 23 septiembre, 2020
ColaboradoresDe acuerdo con el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2021, claramente se está desestimando el poder transformador de las nuevas generaciones de profesores en las Escuelas Normales y sus aportes tan necesarios para la reconstrucción de un país que sigue, al parecer, cegado por la venganza y el resentimiento. Ciertamente el dinero no lo es todo, me queda claro, pero como ayuda a construir realidades.
Desde mi paso por la Escuela Normal de Tamaulipas, la tuvimos difícil. Sí que éramos estudiantes de bajos recursos económicos, pero eso no nos impidió acceder a proyectos de apoyo para continuar, incluso pudimos hacer viajes para conocer escuelas rurales en otros municipios vecinos. Hubo ocasiones que tuvimos refrigerios e incluso libros de consulta para nuestra formación inicial. En verdad que yo desconocía como teníamos acceso a muchas cosas que no se veían en otras instituciones de educación superior. Al paso de los años, con el entendimiento del sistema, comprendí que el dinero venía de un lado, a través de las gestiones de los profesores y directivos de aquel entonces. Eso significaba que el dinero programado no existía. Más bien, se cumplía el adagio de “Si no hablas, Dios no te escucha” y así iniciaban los constantes peregrinajes de muchos maestros que, preocupados por mejorar las condiciones de enseñanza a sus estudiantes, se aventuraban a ver que “bajaban”. Hoy, al paso del tiempo, reconozco en mi formación inicial, las bases de una cultura de apoyo incondicional para las nuevas generaciones de profesionales de la enseñanza. Pero ha sido una verdadera desilusión comprender que, ante los compromisos de palabra, porque eso fueron, el nuevo gobierno ha dejado con cinco centavos a toda la estructura de las Escuelas Normales del país. Ellos o el presidente, mejor dicho, dijeron que iban a reivindicar al magisterio desde la escuela. Al parecer, esto solo se reflejó en el primer año y para agradecer los votos. Si de por sí, las Normales ya vienen trabajando con lo que les dejaban los otros gobiernos con planes que sonaban muy bien, pero que siguieron privilegiando un sistema ya probado. Nada de fondo cambió. También es verdad que por el coronavirus no están asistiendo a las escuelas pero sé que hubo un Congreso Normalista y que se tomaron acuerdos para renovar con mayor calado varios componentes de la Educación Normal, como la posibilidad de autonomía, presupuesto propio, nuevos planes enriquecidos con contextos locales, nuevas estrategias de ingreso, retención y egreso de talentos docentes, materiales y tecnología para la nueva enseñanza, entre otros. Todo eso se cayó. Para hacerlo una posibilidad, se necesita dinero, presupuesto suficiente, que permita transitar hacia mejoras tangibles donde los directores y profesores de las Normales, puedan hacer planes de más envergadura para transformar las experiencias de sus alumnos. Esos que ahora necesitan de computadoras e internet. Ahora solo alcanzará para pagar la luz, la operación de áreas esenciales y por supuesto, la nómina. De concretarse este mega recorte de 440 mil millones de pesos, se verían afectados la formación de docentes, la operatividad de los planteles y el mantenimiento, así como los planes de estudio e intercambios estudiantiles. Parece que entramos en la oportunidad fallida de brindar un halo de confianza hacia el porvenir de la sociedad con profesores que permitan un desarrollo social con más empatía, resiliencia, flexibilidad y escucha activa para la reconstrucción interna que vamos a necesitar. En la sociedad permea la idea de que cuidemos a los niños y jóvenes en estos tiempos de incertidumbre, confinamiento y una economía en picada. Pero ¿quién nos habla de que cuidemos a sus maestros? A los que tenemos actualmente y a los que están por enfrentar una nueva realidad donde su institución de formación inicial se quedará con los mismos lineamientos del siglo pasado. En todo esa reflexión, volveremos a perder una oportunidad de transformar la experiencia de los profesores a gran escala. Una oportunidad fallida, a no ser que los responsables del desastre logren capitalizar, aunque sea en el terreno político, una nueva oportunidad que nos permita construir mejores generaciones de ciudadanos a través de profesores comprometidos y con capacidades distintas a las que demandaba la última década para que tengamos la certeza de que a las aulas, sigan llegando más y mejores perfiles para ejercer esta profesión de vida. *Profesor de educación media superior y secundaria, jubilado con 35 años de experiencia y servicio en la docencia de la zona centro y altiplano. Fundador de sociedad civil para apoyar a niños con desnutrición y bajo rendimiento académico. Contacto: [email protected]