Al inicio de este 2020 pocos podríamos haber imaginado que transformaría muchas cosas; que lo que estaba haciendo alguien en un pequeño mercado perdido en China a miles de kilómetros de cualquier parte del planeta iba a influir tanto en la vida, la salud, la economía y también en el trabajo de millones de personas en todo el mundo. Si ese es el origen de esta pandemia, el COVID-19; podemos aventurar que ese es también el comienzo, muy de película, de una transformación como nunca hemos visto en las relaciones laborales. En el mundo del trabajo es la aparición y desaparición de profesiones y carreras, a un ritmo mayor del que ya conocíamos y en cómo desarrollamos nuestra actividad profesional que posiblemente en unos meses cambie de tal manera que nos deje fuera del juego si no somos capaces de reaccionar a los cambios que se avecinan. Muchos expertos sugieren que las pandemias que hasta ahora se habían ido produciendo de década en década llegarían cada tres o cinco años y que deberíamos prepararnos para un nuevo escenario de incertidumbre con su larga cola de consecuencias de todo tipo. Puede parecer agorero y catastrofista, pero en el panorama incierto que se abre ante nosotros ya vislumbramos algunas transformaciones profesionales que permiten adivinar que cuando todo esto acabe y se haga realidad, eso de que ya no seremos los mismos, en el mundo del trabajo será mucho más evidente. La explosión del teletrabajo es sólo la punta del iceberg, lo que venga cuando termine esta crisis del COVID-19 podría ser otro virus y una nueva epidemia global o un hackeo mundial que afecte todos los sectores, una catástrofe natural o cualquier cataclismo, el carácter global de sus consecuencias debería prepararnos para afrontarlas, sobre todo en el terreno profesional.  Aquí destaca una cosa, lo único constante a partir de ahora será el cambio y habrá que adaptarse a él y convertirlo en oportunidades.  A quedarnos en casa todos nosotros.

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