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Gabriel Reséndiz
02:06 miércoles 17 junio, 2020
ColaboradoresUna de las viejas añoranzas del profesorado es poder contar con un sistema de apoyo verdadero. Esto incluye a la formación continua. Si bien la inicial nos da las bases, uno como maestro nunca deja de aprender y qué mejor que aprender en libertad con la certeza de un objetivo profesional específico dentro del magisterio.
Hoy en día gran cantidad de instituciones públicas y privadas ofrecen una amplia oferta de formación profesional para diferentes figuras del sistema educativo. Esto se incrementó debido a los comentarios - cada vez más sonados en múltiples instituciones - del regreso del programa “eficiente” de Carrera Magisterial (CM). Esto es comprobable porque las instituciones - sobre todo privadas en mi contexto inmediato - observaron un incremento del 120% en promedio en su matriculación desde el verano de 2019. Nada de casualidad, si no era CM debía venir algo similar y es mejor estar preparado para “ganar puntos”.
Si recordamos CM fue un sistema de promoción horizontal en donde los profesores participaban de forma voluntaria e individual, en determinado programas de formación - dictados desde la autoridad - para tener la oportunidad de incorporarse o promoverse dependiendo de ciertos requisitos.
Sin duda, su objetivo era noble, el de mejorar la calidad de la educación mediante el pago de un estímulos económicos, calificando la preparación profesional y midiendo los años de servicio.
De acuerdo con múltiples estudios, el impacto en los resultados educativos de CM son hasta la fecha, cuestionables ya que es notable la ausencia de mecanismos de seguimiento de las acciones de fortalecimiento curricular y en la mejora de los resultados de aprendizaje de los alumnos. Esto provocó que los programas de preparación docente se abaratan cayendo en las redes de la complicidad, el compadrazgo y la impunidad de miles de profesores que se quedaron observando cómo otros ascendían en la escala.
La compra de documentos y la falsificación de los mismos, venta de respuestas de exámenes e incluso simulación de asistencia a talleres, diplomados y hasta posgrados estuvieron en la cotidianidad durante muchos años. ¿A eso queremos regresar? Espero que no.
Se va a cumplir un año desde la publicación de la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros donde podemos observar los procesos de evaluación para el ingreso y la promoción, así como la formación continua. Esto, puede representar avances significativos para quienes pensamos que la libertad en la formación docente puede llegar a ser clave en la conformación de nuevos paradigmas de construcción de identidades docentes.
Sin embbargo el centralismo nos sigue arrastrando a replicar las prácticas de que la misma oferta debe ser tomada por la totalidad del magisterio. El ejemplo reciente fue Google Suit como insumo principal para operar la estrategia “Aprende en Casa”. Lo bueno es que reaccionaron a tiempo.
El que las cosas sean obligatorias, ya presenta una doble derrota. La primera en el ánimo e interés de los asistentes y la segunda en la claridad del sentido que puede tomar un determinado proceso en la formación de los profesores.
Por ello creo que existe una necesidad apremiante en la operación de la oferta de educación continua. Una consecuencia, debe ser la competencia leal y con ética profesional en el mercado. Las cuales deben estar enfocadas en transformar las prácticas de nosotros como profesores, es decir que nos impulsen a cambiar progresivamente nuestro quehacer en el aula. Esto nos llevaría a adaptarse de mejor manera a las circunstancias adversas venideras. Pero esto también requiere de ética profesional por parte del docente, ya que debe tener claridad en lo que desea lograr en el sistema educativo. Llegar a tener más horas-clase, promocionarse a directivo o más arriba, ser mejor profesor, más salario, etc. La gran pregunta es qué tipo de formación continua necesito y estoy dispuesto a tomar para que tenga un impacto positivo en mi práctica.
Una condición fundamental para que el maestro cambie es que tenga disposición y motivación a aprender progresivamente. Por tanto, si tenemos una oferta diversa, pertinente, competente, es decir, que haga sentido en todos los aspectos, me parece que poco a poco, estaríamos dando un paso adelante para cambiar prácticas educativas en el aula que aportan muy poco al aprendizaje de las y los niños.
* Profesor de educación primaria rural en el altiplano potosino desde hace 17 años. Enamorado del campo y sus curiosidades.
Contacto: [email protected]