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06:26 jueves 20 junio, 2019
PLUMAS NACIONALESEditorial EL UNIVERSAL / Revocación de mandato, la falacia Tenemos que decirlo en palabras contundentes: la revocación de mandato es una falacia. En apariencia es un mecanismo que abre al escrutinio ciudadano el desempeño de un funcionario y con base en ello, poder tomar la decisión de terminar su mandato antes del periodo para el cual fue electo. La manipulación estriba en señalar que este mecanismo no tiene un uso político y en no reconocer que genera efectos indeseados para la democracia. El uso político se desenvuelve en dos asuntos que han sido señalados por la oposición y sobre los cuales no creo necesario abundar aún más: 1) La aparición del Presidente en la boleta electoral en las elecciones intermedias donde se renovará a los 500 diputados manda a volar el piso parejo. El Presidente maneja los programas sociales y hace declaraciones todas las mañanas, eso convierte en inequitativa la contienda. 2) La fecha de celebración de la consulta para la revocación que incidirá en la decisión que tomen los votantes, sin importar si se realiza en julio o en marzo. La única manera en que no tendría un impacto en la próxima conformación de la Cámara de Diputados es que se hiciera después. En este aspecto toma vital importancia entender quién puede convocar al referéndum y el porcentaje solicitado para hacerlo. La propuesta pendiente en el Senado establece que el propio Presidente podría convocar (con su único voto) a referéndum revocatorio. Sin embargo, esto no tiene ninguna lógica. El Presidente en México es electo por un periodo de 6 años sin posibilidad de reelección. A menos que se trate de un presidente cansado de gobernar no encuentro otra razón (excepto el uso político) para que el titular del Ejecutivo esté dispuesto a someterse a la posibilidad de perder el poder. Sentimentalismos aparte (acaso habrá quien diga que López Obrador sí es capaz de hacerlo por pura bondad) pensemos en la figura del Presidente sin nombre, sin partido ¿con qué fin convocaría él mismo a un revocatorio si no es con un objetivo político –alcanzar o aumentar su mayoría en Cámara de Diputados por ejemplo? Este punto está relacionado con otro que se ha perdido un tanto en la discusión. Hay todavía un truco, cortesía del hoy diputado Pablo Gómez, la redacción del artículo 83 Constitucional establece que “El proceso de revocación de mandato del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, tiene como objeto que la ciudadanía decida la permanencia del titular del Poder Ejecutivo de la Unión”. En noviembre pasado denunciaba precisamente esto: “El texto de Pablo Gómez y que será sometido a votación en estos días, deja entrever que en tres años y luego en seis años, se podrá preguntar a la ciudadanía si desea que López Obrador, permanezca en el poder. Una pregunta de este tipo en seis años implicaría, de facto, un mandato de reelección. El pueblo entonces, a través de su voto y considerando que es soberano, podrá exigir que un Presidente se mantenga aún cuando la Constitución niegue la posibilidad de reelegirse”. Los regímenes presidenciales tienden a concentrar el poder en la figura del titular del Poder Ejecutivo, esa concentración se dará en mayor o menor medida de acuerdo a lo que la Constitución del Estado y la leyes establezcan, especialmente a los mecanismos de control del poder que existan –o no– en ese Estado en particular. Por suerte, luego de intensas charlas entre grupos parlamentarios, todo parece indicar que la minuta se retirará de los asuntos a tratar en este periodo extraordinario, recordemos que, por tratarse de reforma constitucional, se requieren las dos terceras partes del Senado para su aprobación, algo que Morena por sí solo no tiene. Esperemos que la propuesta muera pronto.
OPINIÓN / Trump terminó obligándolos a cumplir la ley “Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos” Sartre. López Obrador prometió que donde come uno comen millones, quizá inspirado en la multiplicación de los panes por Jesucristo, quizá inspirado por el pueblo aclamador, y bueno, siempre bueno, que lo rodea todo el tiempo y que lo ha vuelto indiferente para escuchar cualquier otra cosa que no venga de él. Como sea, existen los que venden sueños y existen los que trabajan realidades, el tema migratorio le ha estallado en la cara al Estado mexicano y no es una cosa nueva, desde el año pasado sobraban las voces que advertían de una crisis humanitaria en ciernes pero el gobierno, tanto el anterior como el nuevo, insistía en que la prensa exageraba y que la problemática se reducía a unos cuántos miles de personas. Hasta que el presidente Trump, en su odioso estilo nativista, con su grosera y particular forma de presionar dio un golpe sobre la mesa. Con la amenaza arancelaria nuestro país fue que el Estado Mexicano reaccionó a un problema que llevaba, al menos, unos diez años sin atención alguna. Desde 2010, con la primera masacre de San Fernando, con los 72 migrantes hallados en fosas clandestinas, había un evidente foco rojo pero no pasó nada, luego vinieron otras masacres, decenas de denuncias que se acumularon en todos los sentidos contra los agentes del Instituto Nacional de Migración, acusados desde torturas y vejaciones sexuales hasta la franca venta de seres humanos a los cárteles más peligrosos de México, principalmente Los Zetas. En la cruda película La vida precoz y breve de Sabina Rivas, Abraham Zabludovsky apenas trazaba un levísimo esbozo del problema, dejando al espectador sin aliento y bañado en indignación al convertirse en testigo de la humillación que sufre una pequeña por las autoridades mexicanas, enfocado más en la problemática de la trata de personas en la frontera sur el filme data de ¡2012! y la realidad, fuera de cámaras e historias, solo ha empeorado. No hay un solo elemento, una sola “concesión” en el acuerdo pactado con los norteamericanos, al menos de momento, que obligue al país a hacer algo que no estaba obligado a hacer desde el principio, incluido, de hecho, el asilo para solicitantes de refugio a los que el país estaba obligado a atender desde que los ignoró cuando pisaron nuestro territorio para llegar a Estados Unidos. Suena mal, es políticamente incorrecto, va en contra del aplauso fácil pero es una verdad: las fronteras tienen un propósito, la protección del territorio no resta diplomacia ni vuelve a un país xenófobo, simplemente es una obligación primordial. Tan jodidos estamos que ni eso, proteger nuestro territorio, se hizo bien durante los últimos años. Horrible, tuvo que llegar un nativista, xenófobo y quizá hasta enfermo mental para que comenzáramos a trabajar en los pendientes. DE COLOFÓN.— El martes le contaré a detalle que la estrategia del gobierno de la Ciudad de México ha disminuido los índices de violencia, le adelanto: tiene que ver con los nuevos mandos. @LuisCardenasMX
Frentes Políticos 1. Ruinas. El mensaje fue breve y contundente. José Narro Robles renunció a la contienda por el Comité Nacional del PRI y, ya encarrerado, a su militancia. “Hoy hago pública mi decisión de renunciar a formar parte de la simulación en el proceso de elección de la nueva dirigencia de mi partido, pero también mi renuncia al PRI nacional, partido en el que milité por más de 46 años”. Duro golpe. “La mascarada para imponer a Alito a la Presidencia ya comenzó”, dijo el exrector en una serie de videos difundidos en su cuenta de Twitter. Se complica el panorama para el tricolor. La ruptura los deja sin discurso creíble y sin posibilidades de reconstruirse. Para colmo, se espera que priistas de larga trayectoria tiren la toalla en las próximas horas. Se la ponen fácil a Morena. Van tras la misma historia del PRD, diluirse día a día. 2. El efecto Alito. Como fichas de dominó irán renunciando los militantes del PRI que no quieren esperarse a ver lo que suceda. Ante la ofensiva de Alejandro Moreno, quien gobernó Campeche antes de saltar al ruedo como candidato a liderar el PRI nacional, lo que provocó la salida de uno de los postulantes más fuertes, José Narro Robles, René Juárez, exdirigente nacional, lamentó “profundamente que un cuadro valioso del priismo nacional (…) haya renunciado a nuestro partido y a su legítima aspiración de dirigirlo”. Atrás de él se fue Beatriz Pagés. Se despidieron cuadros sin mancha que podrían dignamente representar al partido. La fractura no ha acabado. De por sí está flaca la caballada… 3. Va. A México le urge consolidar las reglas comerciales con Estados Unidos y Canadá. El retraso es ya demasiado, pues debió firmarse en mayo. Con 114 votos a favor, cuatro en contra y tres abstenciones, el Congreso aprobó el T-MEC y seis acuerdos paralelos. Todos muy felices, comenzando por Andrés Manuel López Obrador, quien se congratuló de inmediato. Pero llama la atención que las senadoras de Morena, Nestora Salgado y Jesusa Rodríguez, fueran las únicas de esa fracción en votar en contra. “Fortalece la relación entre los países de Norteamérica y beneficia a la economía regional. Podemos convertirnos en la región más competitiva del mundo”, afirma el gobierno de México. ¿Será que no entendieron de qué se trataba la votación?, ¿estaban distraídas? ¿O qué rol juegan en la 4T? 4. Creerle o no. Muy bien le fue a Donald Trump en el inicio de campaña para reelegirse otros cuatro años, y acaso haya sido eso lo que le mantuvo de buen humor al día siguiente, cuando en México el Senado aprobó el T-MEC. Imagínese, el presidente que despotrica cada vez que puede en contra de sus vecinos felicitó a su homólogo, Andrés Manuel López Obrador, por la ratificación del tratado comercial México-EU-Canadá y pidió al Congreso de su país lo mismo. “Felicitaciones al presidente López Obrador. México votó por la ratificación del USMCA (siglas en inglés del T-MEC) hoy por un gran margen. Es tiempo para que el Congreso haga lo mismo”, escribió el mandatario en su cuenta de Twitter. Tómenle la palabra, no vaya a ser que mañana le duela una muela y se retracte sólo porque sí. 5. Delincuencia organizada. Uno: el empresario Santiago David Cantú fue plagiado el pasado 20 de mayo a la salida de un Parque Industrial, en Apodaca, Nuevo León. Dos: sus captores no lo asesinaron inmediatamente, sino que lo mantuvieron con vida mientras negociaban. Tres: los secuestradores se comunicaron para pedir rescate, sin embargo, al no concretarse el pago, lo asesinaron, aseguró Esteban Cantú, titular de la Agencia Estatal de Investigaciones. Cuatro: reveló que elementos del Grupo Antisecuestros acompañaron a la familia del empresario, cuyo cuerpo fue localizado cuatro días después. Cinco: Ya hay pistas importantes sobre el caso. “Seguimos trabajando y esperamos tener los resultados pronto”, dijo el funcionario estatal. Si le metieran prisa, ¿el empresario estaría vivo? Sus resultados “pronto” son demasiado tarde. ¿De qué lado están? Su “pronto”, sí, ya es demasiado tarde. Bitácora del director / Aún es tiempo de evitar el desplome
Me han contado que cuando un avión tiene una falla en pleno vuelo, el piloto revisa todos los instrumentos, tal como se hace antes de despegar. Y si con eso no se vuelve evidente el problema, repite el procedimiento, en el mismo orden. Algo así debería hacer el gobierno con la economía mexicana. Todos los indicadores muestran que pierde velocidad. El más reciente, el de la creación de empleos: un acumulado de 303 mil puestos de trabajo en lo que va del año, el resultado más pobre desde 2013 y 38% más bajo que en 2018. En lugar de insistir que todo está bien y que, al final del año, el PIB habrá crecido 2%, lo que toca es someter a revisión las decisiones tomadas. Una por una, comenzando por la que indudablemente es el pecado original de este sexenio: la decisión de cancelar el proyecto de aeropuerto en Texcoco. Hace unos días, el presidente Andrés Manuel López Obrador se quejó de las personas que han solicitado el amparo de la justicia contra dicha decisión y la de convertir la Base Aérea Militar de Santa Lucía en un aeropuerto civil. En ocasiones, las bendiciones llegan por donde menos espera uno. Las siete suspensiones que los quejosos han obtenido –y que frenaron la resolución de inundar las obras en Texcoco– han dado a López Obrador la posibilidad de repensar el tema. ¿Qué pasaría si el Presidente declarara que, después de mucha reflexión, ha concluido que lo mejor para el país sería dejar que la iniciativa privada termine la construcción en Texcoco? Una corrección así tendría efectos virtuosos, pues se retiraría la principal razón por la que los inversionistas han puesto en suspenso sus proyectos en México: la falta de certeza sobre si sus inversiones llegarán a dar fruto. Por supuesto, los malos consejeros del Presidente le dirán que retractarse es de débiles. Y seguramente no le recordarán que fue él mismo quien propuso que el sector privado continuara las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de México. La economía no es cosa de cojones, sino de neuronas. Y López Obrador sabe que la de México va mal y que no hay mayor peligro para el fracaso de su gobierno que una recesión. Tan lo sabe, que decidió no jugar a las fuercitas con Donald Trump. Él mismo lo explicó hace unos días en Sinaloa. Los aranceles con los que amenazó el presidente estadunidense, dijo López Obrador, “iban a afectar mucho la economía nacional”. Pero, por si hubiera duda, hay una batería de indicadores que muestran el estancamiento del país. Ni un solo pronóstico de crecimiento del PIB ha sido al alza, todos han ido de recorte en recorte. El más reciente, el de la calificadora Moody’s, que esta semana redujo a 1.2% la expectativa de expansión, sobre la base de que el gobierno se ha vuelto “impredecible”. ¿Y cómo no? Un día suscribe un acuerdo de inversión con el sector privado y, horas después, cancela una ronda de licitaciones, contemplada por la Reforma Energética, que habría permitido a Pemex recuperarse del peor nivel productivo en cuatro décadas mediante asociaciones con capital privado. ¿Quiere o no quiere inversión privada el gobierno? Cuesta trabajo saberlo, pero, si de verdad la quiere, la mejor forma de asegurarla sería revertir la decisión sobre Texcoco, que sigue pesando como una losa sobre la viabilidad económica del país. Aún es tiempo de ahuyentar la recesión. Las suspensiones han dado al gobierno la oportunidad de revisar sus números y encontrar la falla. Un chance que no tendría si hubiese prosperado la inundación de las obras en el llano texcocano.