Vínculo copiado
La información más importante de medios nacionales
06:22 miércoles 3 julio, 2019
PLUMAS NACIONALESEditorial EL UNIVERSAL / Bartlett y los radicales del gabinete En el reciente análisis que hiciera Ricardo Monreal, líder de la mayoría de Morena en el Senado, sobre el papel que está jugando el gabinete en estos primeros siete meses de gobierno y que incluyó críticas a la “ausencia” y la “lentitud en el aprendizaje” de varios miembros del equipo presidencial que no caminan al mismo ritmo que López Obrador, al senador le faltó analizar la existencia de dos grandes bloques que hasta ahora se observan en el gabinete lopezobradorista: el de los “radicales” y el de los “moderados”, y cuyas diferencias, tensiones y jaloneos, también son causa de que a veces se observe a un equipo que, lejos de ayudar, le complica al presidente las decisiones y acciones de gobierno y la aplicación de las políticas públicas. Un buen ejemplo de la existencia de estos grupos en el gabinete presidencial y del efecto que tienen en los asuntos públicos, ocurre en este momento en el sector energético versus la política económica y la certidumbre a las inversiones. Las áreas energéticas, dominadas por el triunvirato radical de Manuel Bartlett, en la CFE; Rocío Nahle, en la Sener, y Octavio Romero, en Pemex, han entrado en abierto conflicto con las áreas económicas bajo el dominio de los moderados Carlos Uzúa, en Hacienda, y Alfonso Romo, en la Oficina de la Presidencia, y la relación con los empresarios, provocando choques y conflictos que hoy ya se reflejan incluso en amenazas de litigios internacionales por el desconocimiento de contratos e inversiones nacionales y extranjeras en el sector energético. El más reciente caso, que refleja esa pugna interna en el gabinete presidencial y que amenaza con desatar ya no sólo un conflicto legal internacional sino también una tensión diplomática con un socio estratégico como Canadá, es la decisión del director de la CFE, Manuel Bartlett, de solicitar la revisión de los contratos de varias empresas constructoras de gasoductos a las que se les otorgaron contratos en el sexenio pasado, como Ienova, TC Energy y Transcanada, de origen canadiense, y las mexicanas Carso Energy, de Carlos Slim, y Fermaca. Aunque es claro que Bartlett no actuó sólo ni por la libre y que fue el mismo López Obrador quien desde la campaña e incluso la semana pasada desde su conferencia matutina defendió la decisión de revisar cláusulas de esos contratos que consideró “leoninos”, mediante un arbitraje internacional, la acción tomada por la CFE, que ahora culpa a las cuatro empresas de haber sido ellas las que primero pidieron el arbitraje internacional, desató un conflicto con el empresariado nacional y extranjero, al considerarse que, igual que ocurrió con la cancelación del aeropuerto de Texcoco, con el tema de los gasoductos, se pretendía desconocer contratos firmados por el gobierno mexicano y, violentar el Estado de derecho y la certidumbre jurídica de las inversiones millonarias, al pedir una revisión en tribunales internacionales de contratos que en su momento fueron aceptados y avalados por el gobierno de México y por las mismas instancias internacionales. El conflicto que desató la decisión de Bartlett escaló tanto, que ayer “de emergencia”, el presidente López Obrador tuvo que recibir en Palacio Nacional a los líderes del Consejo Coordinador Empresarial y del Consejo Mexicano de Negocios, Carlos Salazar y Antonio del Valle Percochena, que acudieron con la representación del empresariado nacional y extranjero a exigir que el Jefe del Ejecutivo interviniera para instalar una “mesa de conciliación” que evite los altos costos que pagarían no sólo las empresas constructoras de gasoductos, sino el mismo gobierno y el país con un mensaje tan negativo de incertidumbre y falta de seriedad de las autoridades mexicanas ante compromisos y contratos de inversión. Y aunque López Obrador entró al quite y aceptó instalar la instancia de “conciliación”, está claro que decisiones como las de CFE, al igual que otras que ha tomado en su momento la Sener de Nahle en temas como la cuestionada construcción de la refinería de Dos Bocas, o la cancelación de los contratos de asociación privada en el Pemex que dirige Octavio Romero, sí son de la línea más radical del gabinete, el ala dura que insiste en restaurar un modelo energético totalmente estatizado y con empresas tan fuertes como fueron Pemex y la CFE en décadas pasadas. Pero también, por el juego que juega el presidente, que a veces les da cuerda a los radicales y a veces escucha, aunque menos a los moderados, no hay decisión que se tome sin su consentimiento. La pregunta es cuál de los dos AMLO terminará por definir el futuro de temas tan trascendentes como la política energética y la necesaria certidumbre en las inversiones en ese y otros sectores de la economía: ¿el presidente moderado o el presidente radical? Al final parece cada vez más claro que todo ese juego de radicalismos y posiciones más moderadas en materia económica y energética, son parte de la estrategia de negociación de Andrés Manuel López Obrador, que un día manda a los radicales a anunciar medidas como la revisión de contratos y al otro acepta negociar para lograr doblegar a los ya asustados empresarios. ¿Hasta dónde dará ese modelo sin que termine por dinamitar completamente la confianza y la certidumbre de los empresarios e inversionistas para que se concreten las indispensables inversiones nacionales y extranjeras sin las cuales la economía mexicana, ya de por sí a la baja, simplemente no podrá crecer ni repuntar en los meses y años venideros? NOTAS INDISCRETAS…Detrás de la aprobación de la Ley de Austeridad Republicana, que tanto debate causó en el Senado, y que ahora la oposición en bloque amenaza con controvertir su constitucionalidad ante la Corte, estuvo la mano indiscutible del presidente López Obrador y la operación política de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval. La Ley de Austeridad no sólo quedó en los términos precisos que deseaba el presidente, incluidos temas como el veto de 10 años a servidores públicos que no pueden trabajar en la iniciativa privada después de dejar el gobierno o la discrecionalidad del presidente para determinar a dónde se aplicarán los recursos económicos producto del ahorro, entre otros temas, sino que fue prácticamente dictada desde la Función Pública a la bancada de Morena, en el encuentro que la secretaria Irma Eréndira tuvo la mañana del lunes con senadores de su partido para explicarles cómo debía funcionar la “austeridad republicana”. Aunque la oposición se quejó de que fueron excluidos de esa reunión, que sólo fue para los senadores de Morena, la secretaria Sandoval negó ayer, en plática en EL UNIVERSAL, que ella haya acudido a “dar línea” a la bancada oficial: “Claro que no dimos línea a nadie. Yo sólo acudí a explicarles a los senadores cómo funcionaba ya la austeridad republicana, desde el inicio de este gobierno, y los beneficios y ahorros que se han logrado en estos siete meses con la nueva política de gasto austero, eliminación de gastos superfluos y dispendios”, dijo Irma Eréndira. Lo cierto es que con esta nueva Ley, la Secretaría de la Función Pública no sólo sale fortalecida y recobra su relevancia en el gabinete, sino que incluso se le elimina la amenaza de desaparecerla, que pesaba en un transitorio desde el sexenio pasado. “Ahora sí, la Función Pública será la encargada de la fiscalización del gobierno y del combate a la corrupción a la impunidad. Ya no hay dudas de que sólo la Secretaría de Hacienda tendrá esa labor, sino que la mayor responsabilidad ahora recae en una renovada y fortalecida SPF”, dijo la secretaria Sandoval, que se veía también muy renovada y fortalecida con esta aprobación…Los dados mandan Serpiente. Caída libre. OPINIÓN / México y el cambio climático Los países del mundo, convocados por Naciones Unidas, pactaron en 2016 iniciar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2020. Faltan menos de seis meses para el inicio de los llamados Acuerdos de París y el gobierno mexicano no da indicios de las tareas que desplegará para unirse al esfuerzo global. Durante siglos el desarrollo industrial en el mundo transcurrió haciendo un uso excesivo de los recursos naturales y contaminando el ambiente. El planeta lo resintió y envió señales. La más importante y notoria fue el inicio del derretimiento de glaciares en los polos terrestres, producto del calentamiento global, ocasionado a su vez por los GEI entre los cuales destaca el dióxido de carbono, cuya emisión a la atmósfera ocurre por el uso de combustibles fósiles (petróleo) en procesos de la industria y en medios de transporte. A nivel mundial, México es el decimosegundo país que más toneladas de GEI arroja a la atmósfera. Las acciones que tome o deje de hacer pueden ser decisivas para alcanzar el objetivo principal de mantener el incremento de la temperatura global muy por debajo de los 2 grados centígrados. El gobierno mexicano se comprometió para 2030 a disminuir 22% las emisiones de GEI y 40% las de contaminantes como carbono negro, que se produce por la combustión incompleta de productos derivados del petróleo. Dos de los actuales proyectos de infraestructura federales van en dirección contraria a esas metas: la construcción de una refinería en Dos Bocas, Tabasco, y una termoeléctrica en Huexca, Morelos. Para expertos consultados por este diario existe una desconexión entre las políticas oficiales y la tendencia global de avanzar hacia energías más limpias. Si todavía hay quienes dudan del cambio climático, la Unión Europea dio a conocer ayer que junio fue el mes más caliente de la historia en ese continente. Un dato más a los que se divulgan de manera frecuente alrededor del mundo. En el mundo hay fuentes energéticas que se extinguirán algún día —probablemente más pronto de lo que se cree— y otras que persistirán mientras el planeta siga girando. La energía solar, por ejemplo, no requiere de crear instalaciones que puedan dañar el medio ambiente, se trata de un recurso limpio y gratuito. En la cruzada para hacer compatibles el desarrollo y la protección al ambiente las naciones deben ir en sintonía. México no puede dar la mala nota. Rectificar el camino se vuelve necesario.
Frentes Políticos 1. Curarse en salud. El virus del abandono se le contagió a Luis Abelardo González Quijano, quien presentó su renuncia como titular de la Unidad de Energías Renovables de la Secretaría de Energía, a partir del 31 de julio. Agradeció el apoyo de Rocío Nahle, titular del organismo, y reiteró su lealtad al presidente Andrés Manuel López Obrador. El ahora exfuncionario adjuntó copias de su declaración de modificación patrimonial y un documento emitido por la Función Pública. En las conclusiones se expone: “No se acredita un interés personal, familiar o de negocios que pudiera actualizar un conflicto de intereses a cargo de González Quijano, toda vez que antes de ocupar el cargo en la Sener renunció a las acciones y representación de Corporación Ecoenergiza”. ¿Sálvese quien pueda? 2. Puro teatro. Antes de dedicarse a la política, en el 2012, Sergio Mayer, ahora diputado, participó en una breve temporada de 10 funciones de Defendiendo al cavernícola. Hoy, a la par de su vida política, se declaró listo para retomar los escenarios con esa pieza teatral en la cual se abordan los problemas de pareja vistos desde el lado masculino. Comedia divertida que le queda como anillo al dedo al exintegrante de Garibaldi y quien ahora preside la Comisión de Cultura y Cinematografía. Hoy se darán a conocer los detalles del histrión-politic. El humor se le da, voluntario en los escenarios e involuntario en la vida real. No hay duda: su incursión en la vida pública es un interminable sketch. 3. Inapropiado. Verdaderamente convencido, el diputado del PRI Mario Zamora propuso en tribuna que no se prohíba poder tomarse “dos o tres cervecitas” en horario laboral. Subió al pleno para lanzar su primordial idea. “Yo por eso le pido, con toda humildad y sinceridad, algo que sé que comparten mis compañeros de Morena, y sobre todo mi compañero Félix Salgado: que en este voto haya honestidad valiente, pido que se retire la fracción tercera del artículo 21 y que en hora de trabajo pueda uno tomarse dos o tres cervecitas”, explicó. Justo el día que implementan el Código de Conducta para los legisladores federales, se le ocurre salir con esta genialidad. Por supuesto, lo rechazaron. ¡Salud! 4. Para la foto. El gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, anunció que el turismo había crecido un 331%, pero de inmediato hoteleros y restauranteros salieron a desmentirlo. Más veloz todavía, el mandatario, quien no tiene muy contento al gobierno federal, para justificar la cifra, acarreó en camiones a simpatizantes de Morena y les puso una playera con la leyenda: “Soy turista en Xalapa” y, por supuesto, la ciudad se vio colmada. Pues si a los migrantes se les puede llamar turistas, ahí tiene su 331% de incremento en turismo en la entidad. Hoteleros, restauranteros y usuarios de redes desmintieron la exagerada cifra de su mandatario. Lo peor es que no sale de una cuando ya está en otra peor. Autoridades informaron la llegada de sargazo también a las playas de Veracruz. ¿Cómo intentará maquillar la noticia? Mejor aún: ¿cómo contendrá al sargazo?, ¿con playeras y acarreados? 5. Entripado. Hay políticos que se definen por sus palabras. Como las de Juan Carlos Romero Hicks, coordinador de los diputados del PAN, al afirmar que el del 1 de julio se trató de un “festejo efervescente sobre victorias pírricas de un Presidente falto de humildad para gobernar, y que cree que la democracia en México inició con su triunfo”. Es evidente que no le gustó la celebración presidencial en el Zócalo capitalino, a un año del triunfo que llevó a Palacio Nacional a Andrés Manuel López Obrador. Ironizó que, a pesar de que el Presidente “tiene otros datos”, a la fecha, la llamada Cuarta Transformación ha fallado en dar respuesta a los problemas neurálgicos del país. La historia lo tiene en su lugar. Romero Hicks, quien como gobernador de Guanajuato poco o nada hizo por la educación, por la pobreza de los guanajuatenses y la violencia, ahora se siente muy docto para criticar. Vaya, vaya. Bitácora del director / ¡Moderados! Fruto del ejercicio de interpretación de la actuación del gobierno federal apareció en los medios la división del grupo de colaboradores de Andrés Manuel López Obrador en “moderados” y “radicales”. Lo anterior tiene alguna justificación, dada la propensión del Presidente de la República a expresarse mediante discursos diferenciados, uno dirigido a las élites y otro al pueblo raso, con frecuencia contradictorios entre sí. Pero esa visión es más un producto de la imaginación de desbocados analistas que una cosecha de datos duros aportados por fuentes de carne y hueso. En realidad –como lo saben los reporteros que no le hacen al cuento– no es que abunden los integrantes del círculo cercano de López Obrador que se animen a intimar con periodistas para contarles los detalles del día a día de la vida en Palacio. Aun así, el supuesto enfrentamiento de girondinos y jacobinos en la Cuarta Transformación ha prendido en la discusión pública. Si un signo de la política es la polarización, ¿por qué no habría de haber bandos opuestos dentro del gobierno? El cuento choca con la personalidad del propio Presidente. De eso sí hay fuentes, pues él lleva más de tres décadas en la política y muchos de sus antiguos colaboradores han hablado abundantemente sobre su relación con el tabasqueño y de su estilo de hacer política. Por ellos sabemos que no es dado a empoderar el disenso en su entorno inmediato ni a pedir consejos. La trama de los “moderados” y los “radicales” es conmovedoramente sencilla. Los primeros quisieran que el gobierno emprendiera reformas suaves y paulatinas del sistema político, mientras los segundos serían partidarios de rupturas profundas y rápidas. Al observar el desempeño de quienes son señalados como parte de uno u otro grupo, parecería que la única diferencia real es que los llamados moderados son más disciplinados y acatan de forma más puntual la línea que dicta el Presidente que aquellos a los que se etiqueta de radicales. Es decir, los primeros son más callados que los segundos. Poco importan las posturas personales y la trayectoria de los miembros del gabinete y el equipo cercano. Resultan irrelevantes, quien dicta las acciones y los tiempos es el Presidente, nadie más, al punto de corregir públicamente a sus colaboradores. En el gobierno hay una sola voz y ésta se acata. Si a alguien se le ocurre que puede pasarle una bola baja al Presidente y que éste se quede con el bat al hombro, eso no va a ocurrir. Y ahí está el incidente del fracking para demostrarlo. Por alguna razón, el cuento de los “moderados” y los “radicales” parece haber caído en gracia al Presidente. Se podría decir que le gustó la narrativa, como dicen los pomposos. El lunes, en el Zócalo, López Obrador la utilizó en su discurso para celebrar el primer aniversario de su triunfo electoral. “Seamos cada vez más fieles a los anhelos y a las esperanzas que tiene el pueblo de México en el cambio verdadero”, conminó a sus simpatizantes. “Este proceso no tiene retorno. Ni un paso atrás. Nada de titubeos o medias tintas”. Prosiguió: “En la defensa de las causas de la honestidad, la justicia y la democracia, no somos moderados, somos radicales. En estos tiempos, como decía Melchor Ocampo, el moderado es simplemente un conservador más despierto”. ¿Tenía destinatarios ese mensaje o era meramente una advertencia de que el Ejecutivo ahora cuenta con una etiqueta –¡moderado!– para reprender o remover a los funcionarios que ya no le funcionen?