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#ESNOTICIA
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Fernando Cruz Evangelista
00:05 miércoles 27 mayo, 2020
ColaboradoresLa crisis ocasionada por la pandemia en nuestro país en el sector educativo ha provocado una reacción natural, pero mal enfocada, de sus autoridades. Sí, “Aprende en Casa”. La realidad es que aún es prematuro hablar de resultados objetivos. A pesar de las encuestas de unos o de la comunicados victoriosos de otros, no estamos ni cerca de regresar a las aulas, mucho menos de establecer consecuencias en el aprendizaje. Hoy, autoridades, profesores, estudiantes y sus familias, vivimos tiempos extraordinarios. Por ello, ante la incertidumbre que envuelve a nuestras escuelas, es momento de reflexionar y aprender de esta experiencia para que podamos aprovechar la oportunidad de repensar la escuela a la que queremos regresar. En este sentido, para los maestros, no solo es que tenga el dispositivo para “estar” a distancia, sino que les permitan explorar métodos o programas que trasciendan el exponer, dictar, resumir y esquematizar contenidos de un programa de estudios, por ejemplo: Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), Aula invertida, Comunidades de Aprendizaje, Diseña el cambio, entre otros, los cuales impactan en lo pedagógico. Resiliencia, comunicación efectiva, resolución de conflictos, cohesión comunitaria, proyectos de desarrollo comunitario, liderazgo, innovación y creatividad para la resolución de problemas son habilidades que necesitamos desarrollar en el corto plazo. Apostar por su formación en una sola plataforma virtual, resulta riesgoso por el solo hecho de valorar más una herramienta que a quien la usa. Hoy, como ayer, debemos invertir en el profesor para exigir mañana mejores respuestas ante situaciones extraordinarias como esta. Dos elementos que resultan fundamentales para responder, son el liderazgo escolar y la colaboración entre pares. “No existe escuela exitosa en el mundo, que no cuente con un director exitoso” (BID, 2017). El rol del director escolar va mucho más allá de “bajar” información. En estos tiempos inciertos se requiere seguridad en la toma de decisiones puntuales, de manera objetiva y salvaguardando la integridad de sus profesores, con empatía, pertinencia e iniciativa. Con cercanía y motivación para mantener vivo el espíritu de seguir aprendiendo. Lo que abre el camino para que entre profesores puedan colaborar y crear sinergias en el diseño de actividades de aprendizaje donde puedan integrar diversos conocimientos y habilidades. Mantenerse en contacto, hablar de las experiencias y encontrar y compartir soluciones con otros docentes permitiría mantener una relación personal y profesional, bajando los niveles de ansiedad, estrés y elevando la motivación por generar nuevas experiencias de enseñanza. Con respecto a la escuela, podríamos discutir su importancia en la vida de la comunidad. No solo de los estudiantes, sino de reconocerse – maestros y familias – como aliados en la búsqueda de objetivos comunes, desarrollar el máximo potencial de todos los que convergen en ella. No solo se trata de un espacio físico para que los niños y jóvenes estén en determinadas horas para aprender contenidos aislados, sino de hacerles vivir experiencias que los integren a su propia comunidad y les permita cambiarla. Derivado de la experiencia de apoyo al aprendizaje de las familias, cómo podemos reorganizarnos para consolidar esta inercia de reconocimiento a la labor de cada uno y que prevalezca en el tiempo. Gracias a la lejanía de las aulas, hoy podemos reconocer el significado de la escuela para los estudiantes y a partir de ahí, construir mejores oportunidades de interrelacionarnos a través de la interculturalidad con un sentido incluyente. Esto nos permitiría ampliar las posibilidades de reconceptualizar la escuela, tal vez, como espacio asincrónico de convergencia. Todo lo anterior, requiere de un componente de autonomía institucional que puede desarrollarse en los próximos años. La libertad tiene sus costos, la verdadera pregunta es si estamos preparados y dispuestos a hacernos cargo con todo lo que pueda implicar. No debería tratarse solo de regresar a la misma escuela, sino de cuestionarnos para qué queremos regresar y así, comenzar la conversación de transformación. Derivado de lo anterior, el planteamiento de la SEP de exponer la importancia de regresar a la escuela para “evaluar” y calificar con la excusa de salvar el ciclo escolar, me parece totalmente errado. Comprendo la seriedad y la inercia de los procesos administrativos, pero resulta secundario si queremos sacar lo mejor de este período de aislamiento. Es urgente detenernos por un momento, colocar al centro de las decisiones, a las personas, sus necesidades y las fortalezas que tienen cada una de las comunidades escolares. Dejar a un lado la ansiedad (política) por regresar a la misma escuela porque tal vez, en el fondo de la reflexión, no es lo que necesitamos. - - - - -
* Profesor / Investigador de la UPN
Director de Sembrando Horizontes A.C.
Twitter: @FhernandOziel