Regresamos en San Luis Potosí al semáforo rojo, como parte de las estrategias del gobierno estatal para frenar la cadena de contagios del Covid SARS-CoV2, al tratar de evitar la movilidad de las personas. Al disminuir la movilidad de las personas, se generan situaciones complejas en aspectos económicos, sociales, psicológicos, con repercusiones en las relaciones interpersonales entre los integrantes de las familias. El confinamiento implícito que genera el semáforo rojo, está causando estragos en los grupos más desprotegidos de la población, son ya varios los meses que miles de personas, sobre todo, niñas, niños, adolescentes y mujeres, que han tenido que quedarse en sus casas, produciendo situaciones tensas, que aumentan la violencia y detonan en hechos graves de delitos. Las personas que más han sacrificado, en beneficio de disminuir los contagios de la pandemia, han sido las mujeres, las niñas, los niños y las personas adolescentes. Está aún lejos de que regresen a las aulas, lo que genera incertidumbre, emociones encontradas, puede derivar en deserción escolar, apatía, desinterés. Les hace susceptibles a vivir violencia y reproducirla. Hemos también responsabilizado a las personas jóvenes de ser los portadores asintomáticos, lo cual también vulnera los derechos de las personas en razones de su condición de juventud. Las mujeres, han vivido el aumento de la violencia, de sus parejas, hijos, hermanos, nietos, sobrinos; el año pasado, al declararse la entidad en semáforo rojo, aumentaron los casos de violencia familiar, las agresiones sexuales, afectado a las mujeres de todas las edades. La violencia extrema contra las mujeres que es el feminicidio, aumentó en todo el país, el gobierno federal a través de la Secretariado Ejecutivo, del Sistema Nacional de Seguridad Pública, dio conocer que los casos de muertes violentas contra mujeres se concentra en sólo algunos municipios, entre los que San Luis Potosí forma parte. En sólo 18% de los municipios del país se concentra la totalidad de las muertes violentas de mujeres. El ayuntamiento de la capital, ocupa el lugar número 13 entre los primeros 100 municipios del país por su incidencia en el delito de feminicidio. En San Luis Potosí, la violencia Extrema contra las Mujeres, no ha parado. Probablemente los estudios que lleven a cabo las distintas organizaciones de investigación universitarias, de la sociedad civil, y del propio Estado, encontrará que hay una explicación amplia, pero que sin duda, si tuvo una consecuencia directa el confinamiento o esa idea de confinamiento que se ha tenido durante la pandemia, que detonó en actos violentos que se han cometido contra mujeres. La violencia que han vivido en estos meses de pandemia, va desde violencia verbal, económica, patrimonial, emocional, psicológica; arrojando más de 315, 565 víctimas[1] concentrándose los hechos en torno del hogar y sus relaciones de familia. Pero muchos hechos violentos que viven las mujeres, las niñas, las adolescentes, no los denuncian, por temor a mayores represalias, por no tener un espacio a donde acudir para resguardarse, por no contar con redes familiares y de amistad.   Las estadísticas que ofrece el gobierno federal advierten, de un incremento en el número de denuncias que se han presentado por parte de mujeres en las fiscalías, por delitos que van desde la violencia familiar, daño patrimonial, trata, lesiones, privación de la libertad, delitos sexuales. En el caso del delito de violencia familiar, se presentaron 220, 028 carpetas de investigación en todo el país, lo que representa un aumento de un 4.7 por ciento con respecto de 2019. Necesitamos acciones concretas, seguimiento de las denuncias que se presentan, acompañamiento, fortalecimiento de las áreas especializadas para la atención a las víctimas, apoyo a los refugios, que están operando las 24 horas. Otra acción, es la reeducación en nuevos ejercicios de la masculinidad. Deben orientarse acciones para sensibilizar a hombres que ejercen violencia, y apoyar a las personas más jóvenes, que están repitiendo patrones violentos al ver las acciones de sus padres de sus abuelos, y no hay ningún proceso de reeducación que les advierta de los aspectos negativos de reproducir esos estereotipos, esas prácticas violentas hacia las mujeres.