Hace un año en este mismo espacio decía que Morena y Ricardo Gallardo eran un riesgo para San Luis Potosí. Lo decía de Morena, porque es el partido de un Presidente que no solo fracasó en todas las promesas que hizo, sino porque también se empeña en destruir instituciones democráticas, ha sido omiso e irresponsable en atender la pandemia, miente y engaña y, lo que más duele, cree que nos ve la cara de tontos. No vale la pena enlistar el desastre. Es público, notorio y continuo. Por lo tanto, un gobernador de Morena en San Luis Potosí no ayuda mucho a revertir el desastre. Se necesitará de por lo menos una década para levantar la economía, echar andar programas sociales, regresar los fideicomisos y volver a consolidar organismos autónomos, entre muchas muchas otras cosas.  A diferencia de Biden en los Estados Unidos, donde con simples acciones ejecutivas revirtieron el desastre dejado por Donald Trump, en México López Obrador ha llevado muy lejos su destrucción, la cual, él mismo lo ha prometido, es de tal magnitud, que será irreversible. Desde ya, los potosinos debemos hacer nuestra tarea para poner un dique a la destrucción de López Obrador. Podemos empezar por elegir a un gobernante que no sea de Morena. El otro riesgo que veía hace un año para San Luis Potosí se llama Ricardo Gallardo Cardona, sea en el partido que se encuentre. Sabemos cómo era, cómo es y, seguramente, cómo será. No es necesario dar más referencias. En los últimos 12 meses, sin embargo, vimos indicios de que el destino podía ser menos peor con la firma de una coalición del PRI-PAN-PRD y Conciencia Popular, que podría contener el avance morenista. Sin embargo, a un mes de iniciar la campaña electoral, las circunstancias se han vuelto, francamente, de mucho riesgo. La coalición que encabezan PRI-PAN perdió en el proceso interno panista al candidato mejor posicionado y al que durante 3 años trabajó una base de apoyo desde el ayuntamiento de la capital, donde se ubica, dato menor, el grueso de los votos del Estado de San Luis Potosí. Por si no fuera poco, las rencillas continúan. El grupo que dirige al PAN está decidido a enterrar cualquier aspiración política de Xavier Nava, sin reparar que podrían irse juntos al agujero. Lo que tenemos, a un mes de iniciar campañas, serían eventualmente tres contendientes con fuerzas muy equilibradas. Un candidato de la coalición sin la fuerza de Xavier Nava, un abanderado de Morena -sea cual sea- con el arrastre de López Obrador y un Ricardo Gallardo envalentonado y gastando mucho dinero.