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Nadie acudió a avisarles con tiempo y antes de las 3:00 horas locales, todos ellos habían perdido a su familia, su casa y su pueblo, mientras los huéspedes de uno de los campos de golf más lujosos de Centroamérica, fueron desalojados en perfecto orden
11:31 domingo 10 junio, 2018
Mundo
A las 6:00 horas locales, Domingo López, un campesino de 79 años, se despertó por los ladridos de los perros en San Miguel Los Lotes, una de las seis comunidades que se levantan en las faldas del Volcán de Fuego. El anciano se echó agua en la cara, puso a calentar los frijoles, dio de comer a las gallinas y barrió la entrada de la vivienda de cemento y lámina. Los animales estaban nerviosos. A esa hora campesina en la que apenas sale el sol, en un despacho de la capital del país, ya había un boletín "especial" del Instituto de Vulcanología (Insivumeh) en la mesa del director de Protección Civil en el que se advertía de una explosión del volcán. Sin embargo, nadie acudió a avisarles con tiempo y antes de las 3:00 horas locales, todos ellos habían perdido a su familia, su casa y lo que hasta entonces era su pueblo. Enormes piedras calientes y un magma polvoriento mataron a 110 personas y esparcieron por la zona a otras 200 más a quienes nadie encuentra y ya nadie busca, salvo sus parientes. Mientras eso sucedía, a sólo 4 kilómetro de allí, los huéspedes de uno de los campos de golf más lujosos de Centroamérica, fueron desalojados en perfecto orden. Los más de 100 huéspedes empacaron, hicieron el check-out, metieron las cosas en el coche, se tomaron las últimas selfies. Entre las 11:00 horas locales, cuando la gerente del hotel dio la orden, y las 12:55, más de 300 personas fueron evacuadas del imponente complejo sin una sola torcedura de tobillo. Esto último sin información privilegiada, sólo con el boletín público del Insivumeh, al que la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) hizo caso omiso, según se acusa. --
Reforma