Vínculo copiado
#ESNOTICIA
#ESNOTICIA
Si el presidente de EU quiere renegociar el T-MEC por la vía bilateral sin importar un orden; primero con México y luego con Canadá, se va a hacer
00:10 martes 14 octubre, 2025
ColaboradoresWashington– El amago de Donald Trump de renegociar bilateralmente el T-MEC con México y Canadá que tiene trazos de querer acabar con el acuerdo tripartita de América del Norte, impactaría negativamente a la economía estadounidense.
Efectivamente, como lo dijo a manera de reacción ante la amenaza trumpiana la presidenta Claudia Sheinbaum, el T-MEC es una ley en las tres naciones norteamericanas pero, ¿cuándo al actual mandatario estadounidense le han importado las leyes?
La anarquía comercial de Trump no es nueva y es real.
Durante su primer mandato presidencial se lanzó de lleno con una campaña de desprestigio contra TLCAN, hoy T-MEC, y por encima de la ley con la amenaza de sacar a su país del compromiso comercial, doblegó a Canadá y a México a renegociar para cimentar sus deseos.
No solamente le cambió el nombre al tratado sino que también consiguió definir capítulos de éste con claras desventajas para sus dos socios.
El entonces expresidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien fue famoso por su arenga contra el neoliberalismo abanderado por el TLCAN que entró en vigor en 1994, viajó a la Casa Blanca para junto a Trump aplaudir el rebautizo del acuerdo de comercio trilateral que repudiaba, acto que aprovechó para comparar con George Washington a su entonces homologó y presidente de Estados Unidos.
Esta es técnicamente la segunda ocasión en la que Trump quiere actuar unilateralmente para modificar un trato trilateral con leyes y todo.
Sonó ingenua la reacción de Sheinbaum ante lo declarado por Trump la semana pasada en la Oficina Oval de la Casa Blanca junto a Mark Carney, el primer ministro de Canadá.
Si Trump no respeta a la Constitución Política de Estados Unidos, mucho menos respetaría la ley que rige al T-MEC.
Cuando a Carney los reporteros le preguntaron en la Casa Blanca su opinión sobre lo que acababa de decir Trump a su lado, el canadiense omitió expresarse. No habló.
La no reacción de Carney fue lo más pragmático e inteligente que pudo hacer el primer ministro canadiense.
Si el presidente de Estados Unidos quiere renegociar el T-MEC por la vía bilateral sin importar un orden; primero con México y luego con Canadá o a la inversa, se va a hacer.
De lo que está consciente Carney es que Estados Unidos no saldrá del tratado. Si usa la vía bilateral para revisarlo o renegociarlo, luego vendría la ruta trilateral para conciliar diferencias.
Económicamente es peligroso para Estados Unidos salirse del T-MEC, son ya más de tres décadas de intercambio de bienes y servicios con México y Canadá y lo que exportan estas dos naciones al coloso norteamericano está muy arraigado en la conveniencia del bolsillo o billetera de los electores estadounidenses.
Frente al constante incremento de la tasa de inflación en la economía de Estados Unido por efectos de los aranceles de Trump que han encarecido casi todo en su país, el fin del T-MEC sería como un suicidio electoral.
Voy a ser simplista: aumentaría desproporcionalmente el costo de los aguacates mexicanos que tanto les gustan y consumen los estadounidenses y, de muchos enseres electrodomésticos armados o fabricados en nuestro país.
Apostaría doble contra sencillo que en el Capitolio de Washington los legisladores republicanos se opondrían a la muerte del T-MEC, ellos y no Trump pagarían las consecuencias electorales en sus distritos.
No habló de que México saldría ganando en un escenario como el que describo. Está tan interconectada la economía mexicana a la de Estados Unidos por el comercio, que para nosotros sería la ruina.
La postura de Carney de cerrar los labios, repito, es sabia.
Emberrinchado Trump es capaz de cualquier barbaridad.
Se puede negociar el T-MEC bilateralmente y luego conjugarlo todo entre los tres países e incluso hasta volver a cambiarle el nombre.
El amago de eliminar al T-MEC hizo más ruido en México que en Estados Unidos. Del dicho al hecho hay mucho trecho, dicen por ahí.
POR J. JESÚS ESQUIVEL
COLABORADOR
@JJESUSESQUIVEL