El invierno y las vacaciones suelen traer cambios en la rutina familiar: horarios más flexibles, mayor actividad física y días fuera de casa. En este contexto, la nutrición cotidiana juega un papel fundamental para que los niños mantengan su energía, bienestar y un desarrollo saludable.

Más allá de soluciones inmediatas, los especialistas coinciden en que los hábitos diarios son la base de defensas fuertes. Una alimentación balanceada, con los nutrimentos necesarios para cada etapa, ayuda a acompañar el crecimiento infantil incluso cuando el ritmo del día a día se modifica.

Durante las vacaciones, es común que los tiempos de comida cambien o que se integren nuevas actividades. Por ello, mantener una nutrición constante y completa se vuelve un aliado para apoyar el rendimiento físico y mental de los niños.

Lejos de ser una pausa en el cuidado de la salud, el invierno puede convertirse en una oportunidad para reforzar hábitos positivos, fomentar una alimentación equilibrada y preparar a los pequeños para disfrutar sus vacaciones con energía y vitalidad.

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Con información de Excélsior