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Podemos ver ahora cómo ante la efervescencia del momento, muchas personas se olvidaron dónde forjaron sus destinos profesionales
00:10 miércoles 24 septiembre, 2025
ColaboradoresGoethe, en la segunda parte de su magna obra, plantea a un Fausto ya anciano que busca la redención de sus actos, centrándose en tres sencillas acciones, que muchos hoy en día olvidamos: dar, recibir y agradecer.
Dar que alude a las acciones de entregar el trabajo y los conocimientos al mundo; el recibir que implica la de recoger lo bueno y malo que se ha hecho a las personas, y agradecer que conlleva una visión de gratitud a la vida y a la gente que nos han forjado.
No existen muchas representaciones de esta parte de la obra de Goethe, tal vez la misma significativa se encuentra en Frankfurt desde 1963 en donde, a través de tres ninfas acuáticas de bronce que representan “dar, recibir y agradecer”, se rinde tributo a George C. Marshall el cual, mediante un plan económico y de ayuda humanitaria después de la Segunda Guerra Mundial, contribuyó a reconstruir un continente devastado por la necedad, ira y odio.
Podemos ver ahora cómo ante la efervescencia del momento, muchas personas se olvidaron dónde forjaron sus destinos profesionales, personales o hasta políticos. Damos por hecho -como si fuera natural-, que sólo se tiene el derecho divino de “recibir”, sin considerar que la triada descrita por Goethe es un ciclo inseparable que irradia congruencia en nuestro actuar.
Quizás como Fausto, debamos dejar que las arenas del tiempo se asienten, y más allá de las desvirtudes generalizadas e injustas a las que fue condenado el Poder Judicial por la tribuna mediática del oficialismo, podamos objetivamente calibrar lo que la estructura meritocrática del Poder Judicial nos dio como ciudadanos, lo que se recibió como sociedad democrática para poder agradecer lo que aportaron y contribuyeron.
Con el tiempo, cuando sea diáfana la deshonra generalizada que se usó en ingratitud a quienes sumaron el esfuerzo de su vida, para tratar de garantizar los derechos humanos, quizás la gratitud llegue.
Porque para todos los que desempeñamos algún encargo en el aparato estatal, parafraseando a Isaac B. Singer: “Hay un tiempo de honores, después de un tiempo de ultrajes”. Mientras eso llegue, por mi parte, gracias a todos y todas las integrantes del Poder Judicial (federal o local), por tanto y por todo lo entregado y lo que recibimos de ustedes como sociedad.
JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA CARRANCÁ
Ex Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación