En 2017 y 2018, mientras se auguraba la primera llegada de Trump a la Casa Blanca, San Luis Potosí conoció al hoy reelecto mandatario. No fue por una visita de cortesía o un bonito mensaje a la industria potosina. Se trató de una amenaza al sector automovilístico: la planta Ford. Trump amenazó a la industria y está sacó de San Luis una de las inversiones más grandes e importantes que se tenían planeadas: más de mil 600 millones de dolares. Ayer Trump regresó al poder, más enojado y rencoroso todavía. Empezó a firmar ordenanzas entre las que destacan los temas migratorios, de seguridad y los renglones económicos. En los primeros van las deportaciones; en los segundos las declaraciones de guerra a los grupos de la delincuencia organizada mexicanas, como los cárteles; y en los terceros, reglas y aranceles que afectarán las exportaciones e importaciones a y de México. San Luis Potosí tiene paisanos que se han ido e industria fuerte local y estadounidense que exporta e importa. Así como Trump dijo en su juramento: "que Dios me ayude". A nosotros también.