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Un año en que se escondió el polvo bajo la alfombra
00:10 miércoles 31 diciembre, 2025
Colaboradores
San Luis Potosí y su zona Metropolitana cerraron 2025 envueltos en una narrativa cómoda: obras en marcha, cifras que lucen bien en conferencia y la idea repetida de que “se está avanzando”. Y algo de razón hay. La Capital, Soledad de Graciano Sánchez, Villa de Pozos, Villa de Reyes y Mexquitic de Carmona vieron -o no- cuadrillas en las calles, proyectos de movilidad ambiciosos y brigadas tapando baches siempre a contrarreloj después de cada lluvia. El problema es que esta gran urbe no se mide por comunicados, sino por lo que realmente cambia en la rutina diaria de quienes la recorren de extremo a extremo.
El balance metropolitano es irregular. Se reconoce que la atención a reportes ciudadanos dejó de ser un trámite decorativo y pasó a ser una herramienta más constante en algunos municipios. Numerosos baches atendidos no son un dato menor en una zona históricamente rezagada en mantenimiento urbano. Pero el bacheo terminó convirtiéndose en la estrella del espectáculo, cuando en realidad es apenas un paliativo. Parchear una y otra vez no equivale a rehabilitar, y esa distinción sigue sin asumirse como prioridad regional.
Mientras algunas avenidas principales lucen renovadas y los grandes proyectos prometen una movilidad “de primer mundo”, colonias completas en la Capital, Soledad, Villa de Pozos o Mexquitic siguen esperando su primera pavimentación formal. Esa parte rara vez aparece en los balances optimistas. Tampoco se habla con claridad de por qué el agua continúa fallando en amplios sectores de la zona Metropolitana, o por qué los nuevos desarrollos arrancan con servicios completos mientras barrios consolidados sobreviven con infraestructura agotada. No es casualidad, ya que invertir donde se ve y se inaugura sigue siendo más rentable políticamente que entrarle a lo estructural.
En seguridad y servicios urbanos ocurre algo similar. Los informes oficiales hablan de avances y contención del delito, pero la percepción ciudadana en la metrópoli cuenta otra historia. Alumbrado intermitente, espacios públicos incompletos y zonas donde la sensación de abandono pesa más que cualquier estadística. En esta ecuación, quien pierde es el ciudadano común que cruza municipios todos los días para trabajar, estudiar o vivir; esas personas que no aparecen en el render ni en la foto del arranque de obra. Quien gana, al menos en el discurso, es la narrativa del “vamos bien”, aunque vaya llena de matices.
De cara a 2026, la pregunta no es si habrá más obras en la zona metropolitana, sino si habrá decisiones distintas y coordinadas. Si se seguirá apostando a lo vistoso municipio por municipio, o si por fin se asumirá que la metrópoli funciona como un solo organismo. Porque San Luis Potosí, Soledad, Villa de Pozos, Villa de Reyes y Mexquitic no se transforman a fuerza de anuncios aislados, sino cuando dejan de normalizar que vivir entre parches sea suficiente para toda una región.