La oleada de hechos de inseguridad que se ha desatado en todos el estado prenden alarmas. O deberían. Entre la golpiza a un menor en un restaurante por parte de un individuo que a la fecha no han detenido, entre despojos de vehículos en carreteras y avenidas de las principales ciudades del estado a plena luz del día y entre cuerpos desmembrados en puentes, el rumor de miedo se apodera del estado de San Luis Potosí. No se trata de hechos aislados. Se trata de acontecimientos que realizan grupos de la delincuencia organizada que han encontrado en San Luis el lugar adecuado para ejercer su actividad. Actividad que no se logra más que con la permisibilidad que da el estado derecho y la nula capacidad de reacción por parte de las autoridades.  Hace unas semanas estuvieron en la entidad autoridades federales en materia de seguridad, quienes firmaron con bombo y platillo acuerdos de colaboración con el estado para reforzar la seguridad.

Dijimos que debían unir a las autoridades municipales. Pero ¿de que sirve tanta firma y tanto acuerdo si en este momento que usted lee estas líneas circula ya el video de otro robo más a mano armada?