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Hay quienes se preguntan si el país está al borde de una guerra civil, o si lo que viene es la instauración de un gobierno autoritario nacionalista
00:10 miércoles 15 octubre, 2025
ColaboradoresMás y más, la palabra crisis acompaña los reportes que llegan de Estados Unidos. A veces es acompañada por calificativos como económica, en referencia a cuestiones como libre comercio, inflación, creación de empleos; también se define como política, y hasta político-militar, y más recientemente, institucional.
Hay quienes se preguntan si el país está al borde de una guerra civil, o si lo que viene es la instauración de un gobierno autoritario, dictatorial, con tintes de nacionalismo cristiano blanco. La preocupación causada por la movilización de tropas para enfrentar lo que el presidente Donald Trump califica como "terrorismo doméstico", básicamente migrantes indocumentados o ciudades gobernadas por su rival Partido Demócrata que se resiste a sus mandatos, no es la menor de las causas.
Pero no es la única. Los temores se basan en la forma que Trump gobierna, con un imperioso estilo que es complementado por una realidad política: al margen de la legalidad o no de sus mandatos, un congreso profundamente politizado y dividido casi por la mitad está literalmente inmovilizado ya hace años.
Nada nuevo bajo el sol. Tanto que muchas medidas trascendentales en la historia estadounidense fueron adoptadas por orden ejecutiva, equivalente al decreto presidencial, y que no requieren aprobación del Congreso, aunque el Poder Legislativo puede invalidarlas y las cortes judiciales pueden determinar su legalidad constitucional.
Trump se ha lanzado abiertamente en el uso de presiones contra jueces, políticos o medios de información que se oponen a sus mandatos, y de hecho según sus críticos no ha vacilado en usar su autoridad para buscar la persecución judicial contra personajes que lo desafiaron, lo cuestionaron o actuaron legalmente en su contra. A cambio, ha habido tendencia para sus partidarios.
Trump y sus aliados iniciaron de hecho una "purga" de elementos desconfiables en la burocracia y despedido a funcionarios medio-altos porque sus análisis de data contravenían las afirmaciones políticas de Trump. "El peligro no reside en declaraciones autoritarias manifiestas, sino en la erosión gradual de las normas e instituciones democráticas", señaló Colby Hall en la revista cibernética MediaIte.
"Al debilitar la administración pública, militarizar los centros urbanos y consolidar el poder en el poder ejecutivo, Trump está sentando las bases para una Presidencia no solo fuerte, sino total: una fusión de Estado, partido y enriquecimiento personal. La atención del público a los escándalos diarios oscurece las amenazas más insidiosas a la democracia que se desarrollan tras bastidores", advirtió. Algunos temen un posible ciclo de violencia.
Otros, que se trate de una reorganización del país en beneficio de las clases altas y bajo la cobertura de los procedimientos administrativos. Es en todo caso, una revolución administrativa interna que nadie sabe cómo y dónde desembocará, sobre todo en un país que tradicionalmente tiende a comportarse como un columpio político.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
@CARRENOJOSE