Una característica que tienen los destinos turísticos en materia laboral es que se ha tomado como parte del salario la llamada propina, por lo cual los empresarios de hoteles y restaurantes señalaban a sus trabajadores que para poder acceder a mejores sueldos era necesario brindar un excelente servicio y de esa manera su trabajo se vería recompensado con jugosas gratificaciones por parte de los clientes, lo cual se sumaba a la percepción que la propia empresa otorgaba. Bajo ese pretexto, durante muchos años los empresarios hoteleros y restauranteros de lugares como Puerto Vallarta, aprovechándose de la situación trataban de pagar lo mínimo que marca la ley a la gente que a diario los apoyaba en la creación de riqueza.

No obstante, a raíz de la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2, muchos de aquellos trabajadores tuvieron que ser despedidos o incorporarse a un régimen de descansos “solidarios” sin goce de sueldo, por lo que, viéndose en la urgente necesidad de llevar sustento a sus familias, muchos de esos trabajadores decidieron autoemplearse en cosas que les pudieran traer dinero suficiente para mantener a sus seres queridos. Fue así como aquel cocinero que aprendió en un restaurante a preparar pastelillos de pronto comenzó a elaborarlos en su casa y salió a repartirlos, dándose cuenta que esto le dejaba más dinero, con menos esfuerzo y sin recibir órdenes de un patrón; que estar ocho horas encerrado en una empresa de cualquier índole. Hoy los empresarios se quejan ante la falta de personal calificado, ya que sus empresas no pueden cumplir con la calidad total que ofertan a sus clientes, al no poder satisfacer de manera total las necesidades de aquellos que les compran normalmente. Más de nueve mil plazas son las que se dice que en este momento existen vacantes en Puerto Vallarta, por lo que es tiempo de que los empresarios replanten el modelo salarial que por muchos años les funcionó y que gracias a la pandemia quedó completamente desfasado.