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Eso es entre individuos. Entre países es un tanto más complicado, pero es un sentimiento que existe
00:10 miércoles 17 diciembre, 2025
Colaboradores
De acuerdo con una definición, quizá la más extendida, frenemy resulta de la fusión de las palabras friend (amigo) y enemy (enemigo); una persona que aparenta amistad, pero en realidad alberga resentimiento, envidia o rivalidad, se comporta de forma desleal o incluso dañina a tus espaldas, aunque a veces pueda haber colaboración o respeto superficial, creando una relación compleja y tóxica donde amistad y enemistad coexisten.
Eso es entre individuos. Entre países es un tanto más complicado, pero es un sentimiento que existe. Podría decirse, por ejemplo, que Estados Unidos y México son frenemies.
Pero no es solo México. Varios gobiernos, incluso aliados tradicionales de Estados Unidos, comienzan a considerarlo como un frenemy.
Véase si no el reporte que el Servicio de Inteligencia de Defensa de Dinamarca emitió la semana pasada, y que consigna que los Estados Unidos son un riesgo potencial para la seguridad de ese país. Ambos son miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
De acuerdo con el Eurasia Group, de inteligencia comercial y análisis de riesgos, los daneses están preocupados sobre todo por la actitud estadounidense hacia Groenlandia, una isla/territorio autónomo danés estratégicamente ubicada en el Atlántico Norte y rica en minerales de tierras raras, necesarias para la tecnología actual y en especial para la industria de defensa.
De acuerdo con Eurasia, además, "la ubicación de la isla en el Ártico la sitúa en medio de una competencia internacional con Rusia y China por el transporte marítimo y la minería en aguas profundas". El interés es tal que Trump ha rehusado descartar la toma de Groenlandia por la fuerza, una postura que ha creado una tensión considerable en las relaciones entre Copenhague y Washington. Peor aún, se ha unido a otros irritantes causados por el propio Trump en la relación con la Unión Europea y la OTAN, en general, y naciones como Alemania, Francia, España y Polonia en particular.
Los desacuerdos se han reflejado en actitudes divergentes y aun contrarias en cuanto a la invasión rusa de Ucrania o la relación con China.
La desconfianza, de hecho, es mutua.
Desde su primera campaña presidencial, Trump acusó a los países europeos de aprovecharse de Estados Unidos y dejarles la carga económica de la defensa occidental.
El desdén de Trump por los antiguos socios de Estados Unidos se puso de manifiesto la semana pasada, tanto en su recién publicada estrategia de seguridad nacional, donde se sugiere que Europa está en declive, como luego durante declaraciones al diario cibernético Politico, donde acusó a los líderes europeos de ser "débiles".
Las críticas de Trump fueron mal recibidas en Europa, donde ya había movimientos en favor de depender menos de la sombrilla de seguridad y el suministro de armas estadounidenses.
El hecho es, en todo caso, que el gobierno Trump parece convencido de que el mundo no tiene más opción que aceptar lo que los Estados Unidos quieran imponer y de hecho es más duro y demandante con sus aliados militares, políticos y comerciales que con sus enemigos.
En otras palabras, como frenemy.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
@CARRENOJOSE