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El prohibicionismo obradorista tuvo su primera escala en los vapeadores y cigarrillos electrónicos, por ahí de 2020
00:10 sábado 11 octubre, 2025
Colaboradores"Prohibido prohibir”, dijo el licenciado al principio de su gobierno, haciendo suya la muletilla sesentayochera, y medio respiramos aliviados… Por cinco minutos. Su gobierno, y el Segundo Piso, tienen un afán prohibicionista como no se había visto, en el mejor de los casos, desde los años más recios del priismo. No tardamos en comprobarlo.
El prohibicionismo obradorista tuvo su primera escala en los vapeadores y cigarrillos electrónicos, por ahí de 2020, a raíz de lo que se volvió una obsesión del tlatoani, aparentemente alimentada por otro muy dado al pensamiento mágico, que es López-Gatell.
Significativamente, como prueba incontestable de que estamos frente a un régimen moralino y prohibicionista, la guerra contra los modos alternativos de consumir tabaco, anclada en cero evidencia científica —son menos dañinos que los cigarrillos de toda la vida—, empezó con decretos y terminó en donde nada tenía que hacer: en la Constitución, que sirve al chairismo para plasmar todas sus obsesiones censoras.
Al tabaco le ha seguido cuanta cosa. Se prohíbe consumir alimentos chatarra en las escuelas, meterte un Red Bull si eres menor de edad, chupar en días festivos o de elecciones y el elote transgénico. Siempre, con una absoluta independencia de criterios científicos o incluso meramente del sentido común. No quiero dar ideas, pero estamos en un país en el que se le quieren meter cargas fiscales a las bebidas con electrolitos, pero no al alcohol.
El último asalto es, por supuesto, la iniciativa incomprensible, al menos desde el punto de vista de la salud, de sobrecargar fiscalmente al refresco light. Es raro, ¿no? Tenemos un problema dramático de obesidad, uno más dramático de obesidad infantil, y uno igual de grave de diabetes. ¿Respuesta? Aumentar el IEPS específicamente a los refrescos que tienen menos calorías. ¿Que reducir el problema de la obesidad al consumo de chescos es una simplonada, y que la ingesta diaria de calorías refresqueras de mexa promedio no alcanza ni al 5% del total que se mete en mala comida? ¿Que el IEPS ya se aplica a esta categoría y la obesidad creció en la última década? ¿Que pasas a joder a las tienditas de la esquina? No importa.
El principio motor de esta medida es una especie de gordofobia punitiva, alimentada por el mismo espíritu de aquella caricatura prodigiosamente imbécil del Fisgón, la de “¿Qué te estás tragando?”: “No tomes refrescos, o te lo haremos pagar, pinche gordo inmoral”.
La prohibición ha conducido al mercado ilegal, de vapeadores o de gansitos contrabandeados en la primaria.
A eso, y a que tú, ciudadano, puedas ir a dar a la cárcel no por vender cigarrillos electrónicos, sino por el simple hecho de pegarles un jalón. A ver si no acabamos tomando las cubas con agua de Jamaica, o con coquitas compradas en el mercado negro.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09