Vínculo copiado
Un mordaz ensayo sobre la fragilidad de la justicia en la tensión entre política y derecho
00:01 domingo 14 septiembre, 2025
ColaboradoresLa frase “hay jueces en Berlín” se una alegoría del estado de derecho. El dicho alude a una anécdota de Federico el Grande, que quiso apropiarse de un molino cercano a su palacio, pero el molinero se negó. El monarca le hizo saber: “¿Sabes que puedo destruir tu molino sin pagarte ni un céntimo?”. El molinero replicó: “eso sería una grave injusticia”. Y entonces el rey, apuntando hacia la capital del reino, le dijo “para eso hay jueces en Berlín”. El molinero acudió a litigar ante el Tribunal de Berlín; este le dio la razón y ordenó al monarca –que ya había iniciado la demolición– detenerla e indemnizar al molinero. Su majestad acató. Frente a la arbitrariedad, un tribunal capaz de poner límites. La parábola simboliza la aspiración civilizatoria de que exista una instancia que corrija las injusticias que comete el poder. Con esa imagen como punto de partida, José Esteve Pardo –profesor de derecho administrativo en la Universidad de Barcelona– ha escrito un mordaz ensayo sobre los alcances y límites de la función de las cortes: Hay jueces en Berlín. Un cuento sobre el control judicial del poder (Marcial Pons, 2020). Contra la épica de los jueces como héroes, pero también contra la simplificación que los reduce a meros guardianes del statu quo, lo suyo es un espléndido relato que explica la fragilidad de la justicia en la tensión entre política y derecho.
Esteve revisa tres precedentes célebres en los que la judicatura se encaró con el soberano: el Justicia de Aragón frente a Felipe II (1591), el juicio a Carlos I en Inglaterra (1649) y el juicio a Luis XVI en Francia (1792)—. No es un museo de curiosidades, es una genealogía de choques donde las togas midieron su capacidad para controlar al báculo. Tras repasar esos casos, el autor reconstruye los hechos reales detrás del mito de los “jueces en Berlín” y muestra cómo se fueron deslavando hasta desembocar en la engañosa leyenda que sobrevive hasta nuestros días. Hubo un conflicto con Federico II, sentencias y rectificaciones, pero la trama no encaja para nada con la edificante versión consagrada en dicho cuento. El libro sitúa su reflexión en el contexto más amplio de la larga lucha por el dominio de la justicia entre poderes (reales, señoriales, religiosos, parlamentarios), la formación del Estado en Europa, la experiencia de los parlamentos judiciales franceses y, más tarde, la expansión del control jurisdiccional como seña de identidad de la modernidad jurídica. No hay coartada triunfalista: la historia del control judicial es irregular, con avances, retrocesos y momentos en que el poder se apropia de la justicia y la vacía.
Únete a nuestro canal de WhatsApp para no perderte la información más importante 👉🏽 https://gmnet.vip/7Be3H La lección del libro es doble. Primero, recordar que Berlín no es testimonio sino espejo, refleja más nuestras expectativas sobre los jueces que la verdad sobre su desempeño. Y segundo, admitir la naturaleza limitada del control judicial; puede existir, pero dentro de condiciones endebles que nunca pueden darse por sentadas. El poder siempre es susceptible de descontrolarse. POR CARLOS BRAVO REGIDOR