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Urge un pacto que garantice la seguridad y la paz de los zacatecanos.
07:22 lunes 3 octubre, 2022
ColaboradoresLuego de escuchar “el primer informe de resultados” del gobernador David Monreal Ávila, quedan claros muchos retos que enfrenta el mandatario en los cinco años que restan a su administración; sin embargo, hoy día, la violencia representa su principal amenaza, ya que si no logra controlar el desenfrenado avance de la delincuencia, de poco o nada servirán los esfuerzos que se hagan para alcanzar los niveles de desarrollo esperados. La meta de la actual administración es la construcción de una sociedad que viva una cultura de la paz que esté cimentada en los valores, comportamientos, actitudes, prácticas, sentimientos y creencias que acaban por conformar una política que aliente la paz y la tranquilidad, que genere la inversión, que incentive el emprendimiento y que promueva elementos como la solidaridad y la cooperación para alcanzar el bienestar y la justicia social. El gran reto del Gobierno de David Monreal en Zacatecas es construir mecanismos para prevenir y los que los expertos llaman “desmontar” las causas de la violencia, ya que la paz es mucho más que la ausencia de guerra y acciones violentas, es sin duda la herramienta más poderosa con la que contamos para alcanzar la tranquilidad que se necesita de manera colectiva para potenciar las cualidades de nuestra sociedad y alcanzar mejores de vida. Para ello, el Gobierno debe, haciendo eco del llamado a la unidad que en el palacio de convenciones hizo el propio titular del poder ejecutivo, diseñar una pacto por la paz y a tranquilidad, que congregue al mayor número de actores políticos y sociales, del mundo de la academia, de las organizaciones civiles y hasta de las iglesias, todo con el único objetivo de lograr lo que tanto anhelamos los zacatecanos, devolver la confianza y volver a creer en las instituciones. Pero no sólo es un pacto al que está obligado el gobierno estatal, se deben tejer acciones para instaurar mecanismos de fomento a la paz mediante la implementación de un modelo tropicalizado de educación en valores y en educación para la paz.
En este llamado a la unidad y a una eventual la firma de un pacto por la paz, deben escucharse todas las voces y mirar en todas las direcciones, deben involucrarse a todos los sectores y no excluir a nadie, ya que de lo contrario, todo esfuerzo para el desarrollo de la entidad sería infructuoso. Entiendo que se deben hacer esfuerzos para que, con humildad, se reconozca que requiere iniciar un cambio en el modo de ser y de hacer las cosas, y todo por hacer los cambios de personas y en la forma de actuar de las instituciones. La paz y la seguridad no pueden esperar.