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Más allá del género, la selección 25 para el 25 exhibe un canon arbitrario en que la ideología pesa más que la literatura
00:10 lunes 3 noviembre, 2025
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El pasado jueves, el director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, anunció el programa de fomento a la lectura 25 para el 25, consistente en la distribución gratuita de 2.5 millones de ejemplares de 27 títulos de lo que él llama “la gran literatura latinoamericana de la segunda mitad y finales del siglo pasado”. Los criterios para integrar la colección resultan cuando menos discutibles. Nadie cuestionará que figuren Gabriel García Márquez o Juan Carlos Onetti. Acaso la presencia de Mario Benedetti sea más susceptible de debate. La de Fabrizio Mejía Madrid resulta de plano autoindulgente no porque sea mal escritor –antes de virar a propagandista, publicó varios buenos libros de crónica y una novela notable: Hombre al agua– sino porque es el único representante de su generación, lo que evidencia el sesgo ideológico. La gran literatura latinoamericana de la segunda mitad y finales del siglo pasado incluye por fuerza a Paz y Cortázar, Vargas Llosa y Del Paso, Donoso y Bolaño, entre un largo etcétera en que figurarían también Lispector y Amado (Brasil es también América Latina) por no hablar de los cubanos que se quedaron en la Isla (digamos Carpentier) pero también los que se exiliaron (pongamos Cabrera Infante). Y de englobar a la generación de Mejía, la lista debería sumar a varios que son sus superiores: menciono a Amara, Enrigue, Herbert, Nettel, Rivera Garza y Volpi porque conozco mejor a los mexicanos pero los hay en países que van de Argentina (Caparrós, Valenzuela) a Chile (Zambra) a Dominicana (Díaz). En una intervención posterior, Taibo diría que “la generación del Boom […] fue la que elegimos”, lo que también es inexacto, no sólo porque Mejía es más joven y Miguel Ángel Asturias o José María Arguedas más viejos sino porque para ser representativa de esa etiqueta harían falta cuando menos los ya mencionados Cortázar y Vargas Llosa, amén de Fuentes. El cuestionamiento de una reportera sobre la inclusión de mujeres –que motivó una respuesta proverbialmente atrabancada de un Taibo que se deleita en jugar al señoro tóxico para mayor pánico moral de la oposición– es injusto: con Piedad Bonnett, Amparo Dávila, Guadalupe Dueñas, Nona Fernández, Adela Fernández, Alaide Foppa y Blanca Varela en la nómina, un buen tercio de la colección está integrada por autoras. Habrá que decir, sin embargo, que serían muchas las buenas escritoras latinoamericanas susceptibles de inclusión –de Rosario Castellanos a Alejandra Pizarnik, de Ida Vitale a Coral Bracho, de Carmen Boullosa a Josefina Vicens– antes de tener que optar por “un poemario escrito por una mujer horriblemente asqueroso de malo” para cumplir con una cuota. La colección 25 para el 25 es menos misógina que las declaraciones de Taibo. Y es tan dogmática y propagandística como él mismo. POR NICOLÁS ALVARADO COLABORADOR IG y Threads: @nicolasalvaradolector