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Y como todo sentimiento amatorio, cuando se agreden los objetos de vinculación padecemos del sentimiento negativo que produce dicha lesión
00:02 miércoles 7 mayo, 2025
ColaboradoresFrancesco Alberoni, sociólogo y periodista italiano, es un referente en la construcción conceptual dialéctica de los movimientos sociales organizados y las instituciones. Cómo nacen los movimientos, cuáles son los elementos que condicionan la formación y mantenimiento de un movimiento social –liderazgo, ideas y comunicación, a saber–, el proceso evolutivo de éstos y la disyuntiva de la institucionalización del movimiento o la extinción de éste en un momento dado.
De las últimas obras que Alberoni nos obsequió se encuentra La esperanza (2001) y en uno de sus capítulos denominado La objetividad hace un planteamiento reflexivo e interesante sobre la importancia de juzgar o valorar sin subjetividades, una difícil tarea.
El punto de partida del sociólogo italiano es sencillo. La pertenencia de cualquier individuo a un grupo social crea vínculos inquebrantables, lazos que son, indudablemente, sazonados de plena subjetividad. Están dados sin prejuicio ni autocrítica y se explican emocionalmente. Dice Alberoni que, la base de esa adherencia prácticamente incondicional es el amor: el mismo amor que se le tiene a los padres es el existe entre el individuo y la nación a la que pertenece, o a la raza o al pueblo.
Y como todo sentimiento amatorio, cuando se agreden los objetos de vinculación padecemos del sentimiento negativo que produce dicha lesión. La nostalgia, el temor y el odio, por ejemplo, son reacciones individuales cuando la distancia, la amenaza o la agresión a nuestro grupo social se producen.
En el capítulo en cita se ofrecen ejemplos sociohistóricos de esa relación afectiva de los vínculos individuo-grupo social –como el de católicos y protestantes en Irlanda–. Sin embargo, pongamLa objetividad del juzgadoros ejemplos que tienen que ver con México.
Tras el desastre de la guerra entre nuestro país y Estados Unidos en 1847, se produjo un doble rasero emocional de las personas mexicanas. Uno externo hacia los “gringos” basado en la desconfianza absoluta tras perder más de la mitad del territorio nacional. El otro es de naturaleza interna y mucho más complejo: una división entre los propios mexicanos que nos llevó a una larga y sangrienta guerra civil a lo largo del siglo XIX.
Ahora bien, ante todo lo anterior ¿cómo juzgar con objetividad? Pongamos como ejemplo las emociones de los candidatos que ganen la elección a algún cargo de persona juzgadora. ¿Cómo juzgar jurisdiccionalmente con objetividad? Alberoni dice: “No se alcanza con la espontaneidad, dejándonos llevar por los impulsos. Sólo se alcanza con el ejercicio, despegándonos del mundo, estableciendo distancias con nuestras pasiones y nuestros intereses. Hasta que no consigamos ver y juzgar desde fuera, como si diéramos extraños… no podremos hablar de objetividad”.
Personalmente lo veo difícil y coincido con Alberoni: algunos no conseguirán la objetividad por ser poco inteligentes y porque no lograrán salir del horizonte social y mental en el que han vivido. No lo conseguirán los que se abandonan a las pasiones, quienes se deleitan en ellas y se jactan de su propia falta de objetividad. Y eso sin hablar de los verdaderos fanáticos, que odian a los que son distintos y son capaces de los horrores e ignominias más despreciables.
POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA CARRANCÁ
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN