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Era solo el principio. Perdida la guerra, se fue a la URSS, donde combatió a los nazis
00:10 martes 2 diciembre, 2025
Colaboradores
Empecemos por el spoiler, que no lo es del todo porque su historia ya era conocida, grosso modo, antes del libro notable que publicó no hace mucho Laura Ramos: “Mi niñera de la KGB”. Española de Ceuta, hija de militar, África de las Heras, la protagonista, se sumó a las filas del espionaje soviético en 1937, en la Guerra Civil Española, cuando ya era una comunista fervorosa y combatía por el bando republicano, o más bien por el bando comunista incrustado en ese bando, con sus nulas convicciones no ya republicanas, sino incluso democráticas. Ya reclutada, fue una combatiente implacable no solo con los alzados, sino, muy a la manera del comunismo español, con las facciones no alineadas al estalinismo –esa carnicería que relató George Orwell en “Homenaje a Cataluña”.
Era solo el principio. Perdida la guerra, se fue a la URSS, donde combatió a los nazis con una valentía que más bien deberíamos catalogar de furia fanática, ya plenamente convertida en una Juana de Arco bolchevique. Una talibana. Siguiente escala: Noruega. Se trataba de infiltrar el círculo de Trotsky. Fue exitosa, lo que la trajo a México. Convertida en asistente de Trotsky mismo y tal vez en amante de Ramón Mercader, su verdugo, participó en el intento de asesinato que encabezó Siqueiros y en el segundo y definitivo, en buena medida por sus buenos oficios como espía: filtró abundante información a la NKVD, antecedente de la KGB.
Por fin, llegó a Uruguay, donde se casó con el que sería una muy derechosa gloria de la literatura nacional, Felisberto Hernández, y conoció a la autora del libro que nos ocupa, hija de dos connotados dirigentes trotskistas argentinos que andaban en aquellas vecindades. Logró hacerse pasar durante muchos años por una modista generosa, buena amiga y casi una tía consentidora y atenta, aunque no propiamente cariñosa, antes de volver a la Unión Soviética, donde murió, casi con 80 años, en calidad de heroína nacional.
Si ahora conocemos con tantos detalles esta historia fascinante y aterradora es gracias a Ramos, que hizo un trabajo de verdad notable de investigación: consultó archivos e hizo entrevistas hasta en los rincones más remotos, se leyó hasta la última página disponible sobre el espionaje ruso, y nos lo contó con precisión, con gracia y con una honestidad admirable en un libro que es, a un tiempo, una biografía de la súper agente, una mirada al furor silencioso de la guerra de espías que fue la Guerra Fría, una radiografía del espionaje soviético y, sobre todo, una mirada a sí misma: a su familia, engañada por esa mujer implacable, y al golpe emocional que significa descubrir, muchos años después, que aquel universo de afectos compartidos sencillamente no era tal cosa. Que todo fue una puesta en escena. Que los utilizó, por la causa.
Muy recomendable.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09