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El sexenio obradorista va a ser recordado por muchas razones. Una de ellas –ciertamente...
00:02 sábado 3 septiembre, 2022
ColaboradoresEl sexenio obradorista va a ser recordado por muchas razones. Una de ellas –ciertamente no de las más importantes, dada la catástrofe generalizada– es la proliferación de muletillas, de frases hechas Una expresión que me parece de gran utilidad para moverse en el México de hoy; una expresión altamente significativa; vaya: una herramienta clave para entender donde estás parado, es esa, tan repetida últimamente, de: “Siguen sin entender nada”. Me apresuro a explicarme: la expresión, en cualquiera de sus variantes, porque tiene varias, es de gran utilidad dado que te permite saber, con un margen de error casi nulo, que estás frente a una cabeza vacía. El sexenio obradorista va a ser recordado por muchas razones. Una de ellas –ciertamente no de las más importantes, dada la catástrofe generalizada– es la proliferación de muletillas, de frases hechas. Bien: ninguna tan durable y tan habitual como ésta, que nos acompaña desde 2018, sino es que desde un poco antes. Se entiende: sirve para todo. Críticas el nombramiento de una mujer corrupta y poco preparada para la SEP, y aparece, por ejemplo, un monero para recitar algo como: “Queda demostrado que siguen sin entender nada”. Dices que los espectáculos de Layda Sansores, particularmente los que van acompañados de violaciones a la ley y precedidos por una rabiosa incompetencia, son vergonzosos, y sale el de la opinocracia con: “Está claro que ni entienden ni quieren entender”. Condenas el nuevo insulto del presidente contra algún periodista, o el hecho de que se equivoque con el nombre de la vicepresidenta de los Estados Unidos cuando nos visita, o sus piropos a los narcos, y aparece el neofuncionario y ex académico con lo de “No entienden que no entienden”. Esas expresiones, a juzgar por el tono entre mega solemne y de irónica condescendencia con que las enuncian, están dirigidas a convencerte de que eres un cretino: no alcanzas a rozar las verdades profundas que conoce la 4T, y en especial su líder, el presidente; no tienes la conexión casi religiosa que tienen ellos con el pueblo bueno, con los desheredados de la tierra azteca; no vislumbras siquiera el entendimiento profundo de sus necesidades, sus carencias. Como repito mucho, tal vez demasiado, últimamente, no les crean. Esto se llama populismo, y en los populismos no hay verdades profundas ni comprensiones inéditas de las verdaderas necesidades de los más pobres. Hay, nada más, un instinto llamativo del líder para comunicarse con segmentos grandes de la población y, al parejo, un ejercicio cotidiano de manipulación y exacerbación de las pulsiones más bajas de la ciudadanía. El resentimiento, sobre todo. Por lo demás, hay explicaciones ramplonas a la miseria y la desigualdad –ricos malos contra pobres buenos–, generalidades sobre el racismo y el clasismo, dos problemas reales convertidos en falacias, y decisiones económicas demenciales. El vacío, pues. La falta rotunda de ideas, análisis, soluciones. Eso, y las benditas redes sociales para recordárnoslo. POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09