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He leído a varios columnistas que acusan a nuestro presidente de una dejadez
00:03 sábado 16 diciembre, 2023
ColaboradoresHe leído a varios columnistas que acusan a nuestro presidente de una dejadez inadmisible ante la violencia, y usan para ilustrarlo el caso de Texcaltitlán: hay una batalla despiadada, llega el ejército, las cosas se calman, pasan los días, tiene lugar otra masacre en otro sitio, el ejército se va, Texcaltitlán queda expuesto a un nuevo brote de violencia y el presidente, en la siguiente mañanera, a otra cosa mariposa. Ese es el reproche, palabras más, palabras menos. Bueno: no tienen madre. ¿Se dan cuenta de la injusticia que cometen? ¿No ven que sus pensamientos, y sobre todo su corazón, están minuto a minuto, día a día, con quienes más lo necesitan, ese dolor que no cesa? Carajo, ¿no han leído a Zepeda? Puedo asegurarles que el presidente, para volver al caso que nos ocupa, quisiera que la tropa, pueblo uniformado, se quedara ahí para siempre, al servicio no solo de quienes más lo necesitan, sino, me atrevo a decir, de quienes más lo merecen, pero tiene que aceptar que no es posible. Ni hablar: ese es el peso de ser un hombre de Estado o, más bien, de ser EL ESTADO. Hay que tomar decisiones que parten el alma, porque la realidad se impone. Imagínense la reunión de seguridad de esa mañana: –¿De plano es imposible dejar a la tropa en Texpali… Tezcatlipoc… Texpopo…bueno… ahí? –Es que desprotegeríamos a Sonora, señor. También hay una crisis en el estado.
–Ah, no. Ni modo de abandonar al Poncho. Pero ¿y si dividimos al personal y que se queden unos cuantos? –Es que también hace falta gente en Chiapas, presidente. –Uy, el Rutilio. Tipazo. No podemos fallarle. ¿No hay un lugar que no necesite tanto personal? Guerrero debe estar en orden, con el Félix a cargo. Por cierto, encantadora la Evelyn. –Eh… Ahí estamos trabajando todavía, señor. Igual que en Morelos. –Oigan, me preocupa el estado físico de Cuauhtémoc. No cuida lo que come y no hace verdadero ejercicio. Ya le dije que el golf no es un deporte, que se cambie al fildeo y macaneo. –A lo mejor podemos mover gente de Sinaloa. –Ah, no. Sinaloa no. ¡Mi Badiraguato querido! Ni en Nayarit me siento tan a gusto. ¿Les comenté que tienen unos panes increíbles? ¿Perdón? No, secretario, no de los que se cuelgan. Estos son de los que se comen. Martínez, que revisen en la alacena si quedó algo del último viaje. ¿Eh? No, cómo con café. No somos españoles. Con atole. Oigan, pues sacamos gente de Guanajuato. ¡Al carajo! Están enfermos de conservadurismo. –Eso ya lo hicimos, señor. Pero es que entonces va a haber problemas en Colima. En fin, no hacer falta abundar. El punto es que veinte minutos después, permeado de real politik, con el corazón en un puño, el presidente se resigna. –Entonces, ¿de plano les decimos a los de la Familia Michoacana que se van a tener que defender solos? –remata alguien, melancólicamente, la sesión. POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09