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Ron Johnson, provoca una serie de consideraciones debido a su historial: exmilitar y exoperativo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)
00:02 sábado 17 mayo, 2025
ColaboradoresLa llegada del nuevo embajador de Estados Unidos en México, Ron Johnson, provoca una serie de consideraciones debido a su historial: exmilitar, exoperativo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), exembajador en El Salvador y considerado como políticamente conservador. Johnson, pues, resulta de entrada un contraste con su predecesor, Ken Salazar, más liberal y cercano a México. Uno representó a un gobierno liberal, globalista, con visiones muy específicas en torno a migración y el papel de los hispanos en EU. El otro representa a un gobierno nacionalista, aparentemente fijado en soluciones de corto plazo y la imagen de "Hacer Grandes otra vez a los Estados Unidos" (MAGA). Uno jugó abiertamente a la política en México y buscó acercarse al presidente Andrés Manuel López Obrador, al grado que muchos en Washington lo acusaban de haberse "mexicanizado" más de lo aceptable. El otro es por lo pronto un enigma, pero su historial hace que algunos lo definan como "halcón", como partidario de soluciones de fuerza, y en principio como promotor de presiones sobre el gobierno mexicano. Ciertamente es posible. Muchos en México hablamos ahora sobre las "espadas de Damocles" que el gobierno estadounidense tiene pendiente sobre el régimen de la presidenta Claudia Sheinbaum, que una y otra vez debe salir a declarar en público su defensa de la Soberanía. Pero en gran medida, han sido las acciones o las omisiones de los diversos gobiernos mexicanos –incluso su predecesor– las que colocan a Sheinbaum en una situación vulnerable que ella debe sortear. La actual y muy complicada situación ocurre en un momento en que el gobierno mexicano se encuentra en medio de un brutal debate político en su seno entre figuras caciquiles, militantes ideologizados y personajes que ciertamente por conveniencia propia y lealtad al país tratan de sortear una situación económica que dista de ser ideal y un problema de criminalidad extrema. La vinculación entre esas tres grandes vertientes se da por coincidencias, por alianzas determinadas por corrupción o miedos, o por respeto y temor a las convicciones políticas de una figura tan popular como mesiánica y central para el movimiento en el poder.
Y todo eso, más probablemente otras causas y situaciones, hacen al gobierno mexicano vulnerable ante las presiones económicas y comerciales que puede ejercer el gobierno Trump. Y Johnson puede muy bien ser el conducto o el selector para esas presiones, en el papel del "policía malo" mientras Chris Landau, Secretario de Estado adjunto -y defensor ahora de granjeros racistas sudafricanos-, queda en el papel de interlocutor y "policía bueno". Hace recordar el ambiente cuando llegó John D. Negroponte en 1991. Según la izquierda latinoamericana, era un "halcón" que como embajador convirtió a Honduras en una base de la CIA contra el gobierno sandinista de Nicaragua. Negroponte terminó en 1995 y se le recuerda como un excelente embajador. POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
@CARRENOJOSE