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“Yo decía que esto que pasó del otro lado del mundo, como nos iba a llegar a San Luis”, hoy esta familia vive secuelas físicas, emocionales y económicas
01:54 sábado 6 junio, 2020
San LuisSe han cumplido 100 días desde que el COVID-19 llegó a México y posteriormente a territorio potosino. GlobalMedia presenta en esta ocasión el testimonio de una familia potosina que desafortunadamente fue víctima de esta enfermedad que aqueja hoy al mundo. Contactamos a Perla, una joven mujer, esposa y madre de dos niños, que nos narró el difícil momento que tuvo que pasar al enterarse de que era portadora de COVID-19 y sin saber cómo fue que se contagió. Ella nos comentó que en marzo empezó a detectar pérdida del olfato y el gusto, desde el 25 de marzo para ser exactos; mismos que confundió con alguna alergia. Buscó diagnóstico médico en un consultorio particular, pero le dijeron que no era Covid. Ella nos confesó que “realmente no creía que llegara aquí” (a San Luis, el coronavirus). Los síntomas de pérdida de olfato y gusto duraron cerca de 8 días. Después, el 27 de marzo, su esposo, un joven de 32 años, al que le gusta realizar ejercicio, comenzó a sentir malestares como cuerpo cortado, que confundieron con una gripe normal. Recibió tratamiento, pero al no haber mejoría y agravarse sus síntomas, el médico que lo diagnosticó decidió redactarle un formato para prueba de detección de COVID. La prueba resultó positiva, Perla precisó que tanto a ella como a sus hijos no les aplicaron la prueba porque no presentaban síntomas, finalmente su esposo era quien tenía la enfermedad, pero tiempo después descubrieron que ella y sus padres también estaban contagiados, por el contacto que siguieron teniendo con el paciente durante los días de riesgo. Afortunadamente, ni Perla ni sus padres desarrollaron síntomas graves.
Dentro de los síntomas que se manifestaron en los primeros días de contagio, nos contó que su esposo llegó a padecer de fiebres arriba de 38 grados, al borde de delirar, durmiendo día y noche, con cuerpo cortado… pero eso solo al principio. Después llegó la pérdida del olfato y el gusto; y finalmente llegarían los dolores de espalda intensos, con tos severa, “eran flemas con bastante sangre”, dijo. Fue en ese momento cuando la preocupación se apropió de Perla y su familia, tenían el temor de que su esposo fuera llevado a algún hospital COVID, pues detalló que tenían seguimiento diario de la Secretaría de Salud, ellos se mantuvieron en casa con tratamientos paliativos para todos estos síntomas. Pero llegó el 24 de abril, un día en el que los dolores de la espalda fueron más intensos, el pulmón de su esposo estaba colapsando; “Siento que no puedo respirar, siento que me duele mucho o que se me hubiera desprendido algo”, la fiebre era grave y llegó al punto de que se llamó a las líneas de atención telefónica COVID, en esa llamada la doctora que los atendió les señaló que era el momento de que buscaran atención hospitalaria. Sin embargo, Perla y su familia por el miedo a que se enteraran los vecinos de que estaban conviviendo con este virus, optaron por no llamar a una ambulancia y fueron ellos quienes lo llevaron a recibir atención médica de urgencia a un hospital privado. Al llegar al centro médico internaron a su pareja en el área exclusiva para enfermedades respiratorias, donde finalmente confirmarían por medio de una radiografía que ya tenía colapsado el pulmón, teniendo los dos infectados con un trabajo de solo el 30 por ciento. Estuvo internado 13 días, un proceso que confiesa Perla, fue demasiado largo y agotador. A su marido le hicieron 3 pruebas de detección de coronavirus y hasta la 3ra pudo confirmar que era negativa, un camino tortuoso de 8 semanas de vivir con la enfermedad. Ellos habían llegado al hospital justo después de la primera muerte por Covid en la entidad... ese era el antecedente más directo que tenían. Hoy esta familia vive un cambio en sus vidas, Perla nos confiesa que ahora ya no ve nada igual. Tiene a su marido con oxigenación constante, aunque su recuperación es positiva. Perla está libre de coronavirus, además de sus hijos y familiares; pero está bajo el esquema de sospechosa en la empresa para la que labora en la Zona Industrial, con un sueldo reducido al 50 por ciento, un cambio que confiesa ha sido muy complicado.
“Lo que pasa es que en la sociedad somos muy inhumanos, irresponsables y tomamos las cosas así. La verdad esto sí fue muy delicado, esto si te deja secuelas…
en mi caso sobretodo emocionales. Ya nada es igual, todos estos días fueron muy difíciles y lo siguen siendo… todo nos cambió totalmente. Ojalá que esto la gente lo tome en serio.. Porque la verdad yo siento que Dios me mandó esta lección porque de verdad yo estaba muy incrédula. Yo decía que esto pasó del otro lado del mundo y cómo nos iba a llegar hasta acá… pero no ya vimos que todos estamos expuestos; esto ya no lo podemos tomar a la ligera”.