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No es que estemos ciegos: es que elegimos no ver
00:10 viernes 19 septiembre, 2025
Colaboradores“Dentro de nosotros hay una responsabilidad colectiva: quien no la asume, se convierte en cómplice”, decía Saramago. Estas palabras resuenan a la par de las celebraciones patrias; entre la fiesta y el discurso, septiembre nos pone frente al espejo incómodo de no querer ver aquello que hiere y nos exige cambiar. A mitad de semana, en San Luis Potosí, un hombre grabando a menores de edad en una gasolinera –y reconociendo que los vendía por internet– mostró la podredumbre de la impunidad, pero también la desconfianza hacia un sistema de justicia en el que pocos creen, pues las personas que lo detuvieron no sabían si entregarlo a las autoridades por temor a que fuera liberado pronto. Días antes, la rapiña tras la volcadura de un tráiler que transportaba cerdos evidenció una sociedad tentada por el desastre, cometiendo un acto tipificado como hurto en grado de aprovechamiento con hasta ocho años de prisión. No es que estemos ciegos: es que elegimos no ver. Aunado a ello, cargamos con crisis sociales de largo aliento: las madres buscadoras recorren cada rincón del país, cavando en la tierra con la esperanza de encontrar a sus hijos; el tema de los recursos y la transparencia sigue dando de qué hablar, tambaleándose entre lo que los ciudadanos dejamos de ver y lo que otros quieren ocultar. Estas crisis no son exclusivas de San Luis. A nivel nacional, la noticia que estremeció al país fue la explosión de una pipa en Iztapalapa, que develó lo lejos que estamos de enfrentar una tragedia de esta magnitud. ¿Por qué lo digo? Por las víctimas, claro, pero también por los pacientes del Hospital Magdalena de las Salinas: 19 personas en terapia intensiva fueron trasladadas a otras instituciones para liberar espacios y atender a los accidentados en el Puente de la Concordia. Vamos, un joven que fue trasladado llegó al Hospital General Regional 1 únicamente para ser dado de alta ante la falta de especialistas en neurología. ¿Y esto qué tiene que ver con nosotros? Todo. La indiferencia institucional se liga automáticamente a cómo los ciudadanos dejamos de mirar. Citando nuevamente a Saramago: “las peores cegueras son las que se inventan los ojos para no ver”. Las tragedias, el delito, la falta de empatía existen desde siempre, pero normalizarlas ha sido una responsabilidad colectiva que aún no sabemos afrontar. Y mientras tanto, el Grito de Independencia protagonizado por Claudia Sheinbaum –que, sin importar los colores partidistas, se llevó a cabo de manera destacable– nos recuerda que la algarabía no debe ocultar lo que aún duele: las víctimas, los olvidados, y la obligación de asumir nuestra responsabilidad como sociedad. ¿Qué hemos dejado de atender para que la deuda social haya crecido tanto? Lo difícil es cuando la realidad nos alcanza y las crisis agudizan problemas históricos. Ahí es donde debemos mirar distinto, cuestionar lo que incomoda y vernos de verdad como una sociedad que sigue tropezando con la misma ceguera de siempre. ¿Qué nos revela más: lo que alcanzamos a ver o lo que decidimos no mirar? Los problemas de ayer, los de hoy y los del futuro no escapan a la ceguera que mantenemos, magistralmente explorada por José Saramago en “Ensayo sobre la ceguera”. Si lo leíste pensando en la peste bubónica, la Segunda Guerra Mundial, una dictadura latinoamericana o la violencia del México actual… ahí está la clave de lo que hemos decidido ignorar.