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¿Puede una nueva generación de demócratas revertir la polarización en Estados Unidos? ¿Qué implica hacer política sin nombrar a Trump?
00:10 jueves 13 noviembre, 2025
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“Siento que si lo menciono demasiado, pasará como conBeetlejuice: se materializará”, dice la flamante gobernadora electa de Virginia, Abigail Spanberger, Demócrata. Y no habla de un ex novio impertinente o de la amenaza de la derrota sino de la figura que ocupa el grueso de las conversaciones políticas en Estados Unidos: Donald Trump, la ausencia de cuyo nombre habría de resultar conspicua en su discurso de campaña.
La declaración –hecha a Associated Press y referida en una nota que también consigna la inasistencia de la entonces candidata a cualquiera de las protestas que, amparadas bajo la consigna “No Kings”, condenaban el autoritarismo presidencial– resuena con un momento memorable del discurso de toma de protesta del alcalde electo de Nueva York, el también Demócrata Zohran Mamdani: “Le deseo a Andrew Cuomo lo mejor en la vida privada”, profesaría, consignando de un plumazo a su ex oponente y antes correligionario a la jubilación política. “Pero que sea ésta noche la última vez en que pronuncie su nombre, cuando damos vuelta a la página de una política que abandona a los muchos y responde sólo a unos pocos”.
Trump es Republicano y Cuomo (ex) Demócrata pero no comparten poco: acusaciones de abuso sexual, abuso de poder y corrupción; un talante pomposo, prepotente y pugnaz; una generación (Trump tiene 79 años y Cuomo 67: ambos baby boomers); y, como parte de ella, una forma de hacer política cuyos mecanismos pasan por las alianzas clientelares con sindicatos y económicas con empresarios, y cuyas formas son las de la descalificación ad hominem que resulta en la estridencia en el debate y deriva en un clima social de polarización.
Al articular su campaña no a partir de la demonización del Otro sino de la apelación al elector y la atención a sus preocupaciones, expresada en tono empático y horiontal, la(s) nueva generación(es) de Demócratas (Spanberger tiene 46 años, Mamdani 34 y la gobernadora electa de New Jersey Mikie Sherill 53) parece empeñada en transmitir –en palabras de Eric Lach en The New Yorker– que es posible hacer política en forma “un poco menos depravada”.
También menos partisana, lo que reduce el riesgo del polo progresista de ser caricaturizado como woke por sus adversarios pero también de responder con acusaciones que van de “tóxicos” a “nazis”. “Estoy muy a favor del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo…”, declararía Sherill al portar Politico, “Pero si te estoy hablando de aborto y tú no puedes pagar la renta, no podemos hablar”: la declaración resuena con ese arranque de campaña de un Mamdani que salió a la calle no a increpar a la gente por votar por Trump sino a tratar de comprender por qué lo habían hecho (y a publicarlo en redes, faltaba más).
Estados Unidos parece estar recuperando su polo democrático.
Qué envidia.
POR NICOLÁS ALVARADO
COLABORADOR
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