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Más de 30 cubanos, entre ellos 21 niños y adolescentes, fallecieron recientemente a causa del dengue y de una epidemia de chikunguña
15:39 lunes 1 diciembre, 2025
MundoLa viceministra de Salud Pública, Carilda Peña, declaró en la televisión cubana que hasta el domingo se había registrado “un total de 33 fallecidos por arbovirosis”. De esas víctimas, 12 fueron diagnosticadas con dengue —siete de ellas menores de 18 años—, mientras que las otras 21 murieron por chikunguña, de las cuales 14 también eran menores. Una epidemia fuera de control
La chikunguña, enfermedad caracterizada por fiebre alta y dolores articulares intensos, comenzó en julio en la provincia de Matanzas, cercana a La Habana, y ya se ha extendido de forma incontrolada a las 15 provincias de Cuba, con una población de 9.7 millones de habitantes. También se reporta un fuerte brote de dengue. Hasta este lunes, el Ministerio de Salud Pública (Minsap) no había reportado oficialmente muertes por chikunguña, y solo se habían confirmado tres fallecimientos por dengue. No obstante, los rumores sobre más víctimas circulaban en redes sociales y en las calles.
Disminuyen los casos graves, pero persiste el riesgo Peña indicó que el número de casos de chikunguña ha disminuido en comparación con semanas anteriores, al igual que los pacientes en estado grave o crítico en cuidados intensivos. Sin embargo, subrayó que aún persisten altos niveles de infestación de mosquitos, los principales transmisores de los virus. Una crisis agravada por condiciones sanitarias precarias
Cuba ya ha enfrentado epidemias de dengue en el pasado, pero la chikunguña se detectó por primera vez en el país en junio de 2014, como parte de un brote regional que afectó a países como Brasil, Colombia, Haití y República Dominicana. En esa ocasión, el brote fue contenido y limitado a Santiago de Cuba. Esta vez, el virus se ha descontrolado debido a la falta de higiene, la acumulación de basura y el almacenamiento de agua en tanques, una práctica común por la escasez que afecta a tres millones de cubanos, según cifras oficiales. La epidemia golpea a una isla ya debilitada por la peor crisis económica en tres décadas, con una fuerte escasez de divisas, deterioro de servicios básicos —incluidos los hospitalarios— y la suspensión de programas de prevención como la fumigación, afectados por la falta de combustible. La cifra de 33 fallecidos por arbovirosis en Cuba —con predominancia de casos en menores de edad— marca un repunte inusual en la morbilidad asociada al dengue y la chikunguña. Según el último Boletín Epidemiológico de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), hasta la semana 46 de 2025, Cuba ha registrado 24,376 casos sospechosos de dengue y más de 18 mil casos compatibles con chikunguña, aunque las cifras oficiales suelen presentar rezagos en su actualización debido a limitaciones logísticas y de vigilancia sanitaria. El brote de chikunguña que se originó en Matanzas coincide con un aumento regional de esta enfermedad. En 2025, la OPS ha alertado de un incremento récord de casos en América Latina, donde se superaron 1.6 millones de infecciones por chikunguña, especialmente en países como Paraguay y Brasil. La propagación en Cuba se ve potenciada por el colapso del sistema de control vectorial: en mayo pasado, autoridades del MINSAP reconocieron públicamente que la fumigación con malatión se había suspendido en varias provincias por falta de combustible y personal técnico.
La escasez de agua, que obliga a millones de cubanos a almacenar líquidos en tanques abiertos, es un factor estructural en la proliferación del Aedes aegypti, vector común del dengue y la chikunguña. De acuerdo con datos del propio gobierno cubano, el 30% de la población urbana no recibe agua de forma continua, mientras que el sistema de recogida de basura opera con apenas el 50% de la flota necesaria. Esto ha generado un entorno propicio para criaderos del mosquito, especialmente en municipios densamente poblados como Centro Habana y Diez de Octubre. Aunque la viceministra Peña mencionó una reducción en los casos graves, expertos consultados por medios independientes han advertido que esa tendencia no refleja necesariamente una contención del brote, sino una posible saturación del sistema hospitalario, el cual presenta un déficit de más de 25 mil trabajadores de la salud, según cifras reveladas por la prensa oficial en septiembre pasado. La disminución de ingresos a cuidados intensivos podría estar relacionada más con la falta de camas disponibles que con una mejoría clínica generalizada.
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Con información de Excélsior.