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Las protestas del fin de semana derivaron en enfrentamientos violentos que exhibieron la tensión política del país y dejaron un mensaje contundente
00:10 domingo 23 noviembre, 2025
Colaboradores
La marcha convocada por la Generación Z reunió a miles de personas que recorrieron el centro de la capital del país y otras 50 ciudades para protestar contra el gobierno federal. Sin embargo, varias de estas movilizaciones terminaron en serios enfrentamientos que dejaron claro algo incómodo: nadie ganó.
Las protestas combinaron rabia, hartazgo social, reclamos políticos y un ambiente de confrontación. Pero, al final, nadie ganó.
En muchas ciudades participaron figuras de la oposición, así como grupos afines a la llamada ultraderecha. El resultado, otra vez, fue el mismo: nadie ganó.
En la capital del país, por primera vez, grupos infiltrados del llamado bloque negro lograron derribar las pesadas vallas colocadas por el gobierno para resguardar el Palacio Nacional. Tampoco ahí hubo vencedores: nadie ganó.
Las imágenes de violencia se multiplicaron: manifestantes golpeando a policías; granaderos agrediendo brutalmente a mujeres, hombres y jóvenes. Una de esas escenas —un hombre siendo pateado en la cabeza mientras yace en el suelo— recorrió el mundo. Y, pese al impacto global, nadie ganó.
El enfrentamiento, que se extendió por más de cuatro horas en la Plancha del Zócalo y calles aledañas, dejó un saldo de 120 policías lesionados, un número indeterminado de heridos entre los manifestantes y alrededor de 40 detenidos. Aun así, nadie ganó.
La batalla continuó en redes sociales, donde simpatizantes de la 4T difundieron mensajes beligerantes contra la oposición y los organizadores, mientras del otro lado respondían con igual intensidad. Una guerra digital que duró horas. ¿El resultado? Nadie ganó.
El gobierno intentó controlar la crisis con llamados a la civilidad, discursos sobre libertad de expresión y comunicados oficiales que nunca encontraron eco entre los manifestantes ni entre los sectores más radicalizados. Nadie ganó.
Desde la comodidad de sus oficinas, los gobernadores de Morena y aliados firmaron un desplegado en apoyo a la presidenta Claudia Sheinbaum y en condena a la violencia. Pero, incluso ahí, nadie ganó.
Rara vez, como el sábado pasado, México había sido tan mencionado en medios internacionales, sobre todo por las imágenes del choque entre “manifestantes” y policías en la Plaza de la Constitución. Y aun así, nadie ganó. Todos perdimos porque no se logró más que exhibir la fragilidad del gobierno y la imposibilidad de escuchar a quienes no comulgan con sus ideas o gestión.
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OTRA CRISIS. En el gobierno hay preocupación creciente porque aún no se sabe de dónde saldrán los casi 60 mil millones de pesos que se requieren para implementar la estrategia de “pacificación” en Michoacán, entidad desgobernada por el morenista Alfredo Ramírez Bedolla. Peor aún: esa misma estrategia pretenden replicarla en estados severamente golpeados por la violencia como Sinaloa, Baja California Sur, Veracruz, Estado de México, Guerrero y Chiapas.
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UN CAMBIO QUE INQUIETA Y ALIVIA. En Palacio Nacional recibieron con agrado las declaraciones de José Medina Mora, quien aseguró que México es un mejor país para invertir que los de Europa.
Medina Mora asumirá el 10 de diciembre la presidencia del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), sustituyendo a Francisco Cervantes.
Y no es un detalle menor: en Palacio siempre lo han visto como parte del ala más crítica del sector empresarial, a diferencia de Cervantes, quien mantuvo una relación tersa tanto con AMLO como con la presidenta Sheinbaum.
El cambio en el CCE llegará pronto, y en el gobierno esperan que abra una nueva ventana de comunicación en un momento clave: la llegada de nuevas inversiones y la renegociación del T-MEC.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “La política mexicana: un ring donde todos suben, pero nadie sale victorioso”.
POR ALFREDO GONZÁLEZ CASTRO
@ALFREDOLEZ